Hace unos días se produjo la
muerte de Abbas Kiarostami, cineasta iraní reconocido por su maestría en el
tratamiento de la imagen y el estilo cuasi neorrealista de sus filmes más
conocidos. El fragmento que sigue es parte de una entrevista recientemente
publicada en varios medios.
No existe ningún motivo
especial por el que me haya convertido en director de cine. Mi padre era
albañil y no tengo recuerdos de vida cultural alguna en mi familia. No
vislumbro, en el medio donde viví, ninguna señal en especial que me hubiese
encaminado hacia la carrera artística, y hacia el cine en particular. Tal vez
por eso no haya conseguido hasta ahora hallar una definición de cine. Pero
puedo decir qué no me agrada de él. No me agrada cuando se limita a contar una
historia o cuando se torna un sustituto de la literatura. No acepto que
subestime o exalte al espectador. No quiero estimular la conciencia del
espectador ni generar en él sentimientos de culpa. Mínimamente, estimo que deberían
narrarse los hechos de modo que no llegue a sentirse culpable. Si consideramos
que el cine tiene el deber de contar historias, me parece que una novela lo
hace mejor. Las novelas radiofónicas, los dramas y los teleteatros realizan un
buen trabajo en ese sentido.
En el último tiempo he pensado
en otro tipo de cine que me lleve a ser más exigente, y que se defina como
séptimo arte. En ese cine existe música sueño, historia, poesía. Así y todo,
creo que el cine no deja de ser una forma de arte menor. Me pregunto, por
ejemplo, por qué leer una poesía estimula nuestra imaginación y nos invita a
participar en su realización. Sin duda, pese a su carácter incompleto, la
poesía se crea para alcanzar una unidad. Cuando mi imaginación se mezcla con
ella, la poesía se torna mía. La poesía nunca narra historias. Ofrece una serie
de imágenes; representándolas en mi memoria, apoderándome de su código, puedo
elevarme a su misterio. Rara vez encontré a alguien que, al leer una poesía,
dijera: “no la comprendí”. Por el contrario, cuando se trata de una película,
si alguien no capta una relación, una conexión, por lo general dice que no la
entendió. Sin embargo la incomprensión forma parte de la esencia de la poesía.
Se acepta tal cual es. Lo mismo se aplica a la música. El cine es diferente.
Nos aproximamos a la poesía a través de nuestros sentimientos; y al cine a
través de nuestro pensamiento o intelecto. Es difícil imaginar que alguien
pueda contar una poesía pero es normal contarle a un amigo, por teléfono, una
buena película. Pienso que si deseamos que el cine sea una forma de arte mayor
es preciso asegurar la posibilidad de que no se lo entienda.
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