Invitado en ocasión del 70 aniversario de la revista DERECHO LABORAL,
el prof. Antonio Baylos, de la Universidad de Castilla – La Mancha, fue
recibido por la Comisión de Legislación del Trabajo de la Cámara de
Representantes, donde expuso acerca de la situación del Derecho del Trabajo en
Europa a partir de los ajustes dispuestos a partir de la crisis económica. La
siguiente es la versión taquigráfica de su intervención del dia 8 de mayo.
Preside:
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Señor
Representante Fernando Amado (Presidente).
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Miembros:
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Señores Representantes Gerardo Amarilla, Gerardo Núñez, Daniel
Placeres y Luis Puig.
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Invitados:
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Señor catedrático doctor Hugo Barretto Ghione, y señor catedrático titular
de Derecho del Trabajo y la Seguridad Social de la Universidad Castilla-La
Mancha, profesor Antonio Baylos Grau.
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Secretario:
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Señor Francisco J. Ortiz.
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Prosecretario:
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Señor José P. Fasanello.
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SEÑOR
PRESIDENTE (Fernando Amado).- Habiendo número, está abierta la sesión.
(Es
la hora 13 y 40)
——Es un gusto para la Comisión de Legislación
del Trabajo recibir al director del Instituto de Derecho del Trabajo y la Seguridad Social
de la Universidad
de la República ,
doctor Hugo Barretto Ghione, y al profesor titular de Derecho del Trabajo y la Seguridad Social
de la Universidad Castilla
La Mancha ,
doctor Antonio Baylos Grau.
Unas
sesiones atrás, a partir de un planteo que realizó el señor diputado Puig y en
el marco del setenta aniversario de la revista Derecho Laboral, en esta Comisión se propuso recibir a esta ilustre
visita, el profesor Baylos, aprovechando su presencia en nuestro país para que
nos pudiera relatar cómo ve la situación y el derecho laboral a nivel
internacional, habida cuenta de su experiencia. La Comisión entendió por
unanimidad que era muy importante aprovechar la presencia del profesor,
recibirlo y distinguirlo en la casa de los representantes, la casa máxima de la
representación de una democracia, como es este Parlamento, pero también en esta
Comisión que está especializada en asuntos laborales. El insumo de calidad que
nos puede brindar será muy importante para todos nosotros en nuestra tarea
legislativa.
SEÑOR BARRETTO
GHIONE (Hugo).- Agradecemos
la invitación a los señores miembros de la Comisión de Legislación del Trabajo.
Aclaro
que hace un par de meses dejé mi responsabilidad como director, aunque sigo
perteneciendo al Instituto de Derecho del Trabajo y la Seguridad Social.
Como
van a apreciar, el profesor Baylos no solo es catedrático de Derecho
del Trabajo y la Seguridad Social
en la Universidad
de Castilla La Mancha ‑que ya de por sí es más que suficiente‑, sino un gran
humanista, un intelectual en la amplia dimensión del término, un colega
absolutamente ajeno a ciertas tendencias existentes hoy de signo academicista, con un saber ultraespecializado y protocolizado; estamos, en cambio, en presencia de un intelectual
completo.
La
venida de él se enmarca en la celebración de los setenta años de la revista Derecho Laboral, creada en 1948 por
Francisco de Ferrari y por dos jóvenes colaboradores: los después profesores
Américo Plá Rodríguez y Héctor Hugo Barbagelata, grandes pilares no solo de la
enseñanza del derecho, sino de la construcción de una cultura jurídica muy singular y prestigiosa, así como influyentes en la configuración del modelo de
relaciones laborales en nuestro país.
SEÑOR BAYLOS
GRAU (Antonio).- Soy yo quien
se siente honrado y encantado por esta invitación que me llena de gusto y
satisfacción por conocer el Parlamento, la casa del pueblo, de los
representantes del pueblo. Para alguien provecto como yo, entrar en un recinto
en el que la democracia ha podido establecer sus leyes y sus reglas y vencer la
larga noche de la dictadura, es un momento de regocijo y de contento. Estoy
plenamente honrado y agradecido, y no es una fórmula de cortesía, sino un
agradecimiento profundo y muy sentido por esta invitación. Cuando me la
trasladó mi querido amigo Hugo Barretto, me dijo que hablara sobre el estado
del derecho del trabajo, y yo pensé que podía ser interesante hablar de las
últimas reformas que ha sufrido el derecho laboral europeo tras la crisis. Me
parecía que ese podía ser un elemento interesante que permitiera ver las
divergencias y convergencias de los procesos de reforma que, desgraciada o
afortunadamente, hemos conocido en toda esa etapa. Voy a intentar hacer una
intervención que sea lo suficientemente corta como para poder luego explayarme
sobre algunas cosas.
Hay
un elemento importante: Europa tiene una arquitectura institucional muy
compleja. El caso europeo es un supuesto de multiescalaridad de la regulación
del mercado, pero también del estado social. Existen concesiones de soberanía
muy importantes por parte de nuestros Estados nación, algo desconocido en otro
tipo de estructuras supranacionales. Hay una constitución material de
libertades económicas en la Unión Europea ,
de las grandes libertades: la libertad de establecimiento, de prestación de
servicios, de circulación de trabajadores, y lo social aparece como un reflejo
de esas libertades. Esa es la constitución material europea, pero esa
constitución no niega, sino que se tiene que compadecer con las constituciones
nacionales de fuerte componente social. En concreto, en el sur de Europa, ese
componente social está adaptado históricamente como un componente de derrota de
los nazifascismos después de la Segunda Guerra Mundial, y
después están el caso griego, el portugués o el español de las sucesivas
dictaduras. Eso es curioso porque hay cesiones de soberanía en temas
fundamentales como la economía y la moneda, ni más ni menos; luego, aparece una
constitución material de libertades económicas donde lo social aparece como
reflejo y, a la vez, se tienen que garantizar los tres niveles, unas
constituciones sociales que tienen un catálogo y un sistema jurídico. Cuando
llega la crisis ‑no voy a hablar de ella, que fue como el Huracán María en
Puerto Rico‑, se pone en marcha un mecanismo de ajuste multilateral sobre la
base fundamental de la estabilidad monetaria del euro, que no es legalidad
europea. Esto es muy difícil de entender, inclusive desde el punto de vista
europeo. No se construye la respuesta a la crisis desde los instrumentos
jurídicos que tenía la Unión Europea ,
sino que se crea un mecanismo, un tratado multilateral sobre la base del euro,
en el que interviene no solo la Unión
Europea , sino el Banco Central Europeo, el Fondo Monetario
Internacional y la Comisión Europea ,
lo que nosotros llamamos la troika. Esto es curioso, porque es un mecanismo que
se coloca en paralelo a la legalidad europea, pero no es legalidad europea,
sino interestatal. Así, tenemos el famoso Tratado de
Estabilidad, Coordinación y Gobernanza en la Unidad Económica Monetaria ‑nosotros
tenemos la gobernanza europea como lo más normal‑; tiene un pacto
presupuestario, que es el equilibrio fundamental, la proscripción del déficit,
el compromiso de pagar ante todo las deudas, las rentas y una coordinación de
política nacional. Lo más interesante es que para salvar las economías de los
países sobreendeudados de la crisis del sistema financiero privado ‑este es un
debate que todo el mundo lo da por reproducido‑, en un momento dado surge la
necesidad de invertir, de subvenir a esa crisis, a ese derrumbe del sistema
financiero, con unas inyecciones millonarias de euros a cargo de los Estados.
Eso genera un sobreendeudamiento, fundamentalmente en los países del sur de
Europa, que se salva a través del memorándum de entendimiento. Es decir que ese
conglomerado de las instituciones financieras y de la Comisión Europea
proporciona una suma importante de dinero a esos países que están en crisis. ¿A
cambio de qué le dan ese dinero? ¿A cambio de sanear el sistema financiero?
Pues no, fundamentalmente, para que se realicen reformas estructurales. Como
dice el texto del Tratado, están sometidos a "estricta condicionalidad
política". Esto es muy interesante, porque la estricta condicionalidad
política se impone sobre la orientación política que cada uno de los gobiernos
pudiera tener. Hablando en castizo ‑soy madrileño y lo puedo decir‑: "Me
da igual si tu gobierno es de izquierda o de derecha. La única política que vas
a hacer es ésta, porque estás estrictamente condicionado por lo que yo
digo". Esta es la idea. Eso requiere de algo que para los juristas es muy
importante: la aceptación del país. Nadie puede decir que es una imposición
europea; es el país el que manifiesta estar de acuerdo. Por tanto, el gobierno,
sea cual sea, es el que acepta ese tipo de condiciones. Sin esa aceptación no
podrían funcionar. Sin esa aceptación tampoco habría dinero.
¿Cuáles son los dos elementos? Hay
un área pública, que es empleo público, privatizaciones, recorte del gasto
social. Yo no voy a entrar en este tema porque en el caso español ha sido
importante, pero ha sido mucho más en Grecia y en Portugal, por la reforma de
las pensiones.
El otro elemento es el de las
reformas laborales, donde Italia o España han tenido más importancia. ¿Cuáles
son esas reformas estructurales? Todas esas reformas tienen una cierta
identidad y homogeneidad que, inclusive, se manifiesta en documentos del Banco
Central Europeo. Hay que actuar en dos espacios. Uno es sobre la garantía del
empleo, mediante el abaratamiento y la facilitación del despido. En eso hay
ejemplos clarísimos. En el caso italiano, tenemos la derogación ‑con todo el
debate monstruoso que ha tenido‑ del artículo 18 del estatuto de trabajadores.
Como recordarán, trataba fundamentalmente de la obligación de que en cualquier
caso de despido ilegítimo o improcedente se procedía a la readmisión
obligatoria. Eso ha sido un elemento central en cuanto a limitar esa readmisión
en los supuestos de discriminación.
En el caso español tenemos el
abaratamiento y facilitación del despido colectivo. Al despido colectivo le
llamamos despido económico, por causas económicas. Antes, el sistema español
exigía una autorización administrativa para los despidos colectivos en el caso
de que no hubiera acuerdo entre los sindicatos o representación de los
trabajadores y empresarios para el despido colectivo. Ahora ese trámite ha
desaparecido. El empresario tiene que hacer un trámite de consulta y puede
proceder al despido libremente; bueno, no libremente: se acude al juez, al
tribunal. Ese es uno de los puntos.
El segundo punto tiene que ver con
la importancia de reconfigurar el sistema de negociación colectiva.
Clásicamente, se habla de la debilitación del sistema de negociación colectiva.
Yo creo que es más correcto hablar de reconfigurar el sistema. Nuestro sistema
de negociación colectiva del sur de Europa, pero también del centro, se basa en
la negociación colectiva de rama y de sector. No quiere decir que no haya
negociación colectiva en la empresa; la hay, pero en las grandes empresas; es
una negociación colectiva de vanguardia, en el sentido de que lo que hace es
superar los estándares que se han fijado a nivel de rama o de sector. Lo que
esta reforma quiere es cambiar ese sistema, esa estructura, que la estructura
de la negociación colectiva no repose en la generalidad del sector, sino
fundamentalmente en la empresa. Esto lleva a la descentralización negocial, lo
que se viene a manifestar como mecanismos que impidan o permitan la
inaplicación del convenio colectivo del sector en la empresa. Normalmente hay
dos maneras. Uno es permitir la inaplicación de aspectos parciales del convenio
colectivo del sector. Por ejemplo: existe un incremento salarial que se ha
pactado para este año, pero hay un acuerdo en la empresa para que no se
procese, o mucho más grave ‑desde el punto de vista de todos nosotros‑, que se
genere un convenio colectivo que sustituya al convenio colectivo del sector.
Tradicionalmente, cuando hay un convenio colectivo vigente no puede existir
otro que concurra con él. A partir de 2012 nuestra legislación permite que en
cualquier momento de vigencia de un convenio colectivo de ámbito superior a la
empresa se pueda negociar un convenio colectivo de ámbito empresarial y, por lo
tanto, se rompa la fuerza vinculante de ese convenio colectivo. No solo es un
problema español, es un problema italiano. En el 2011, a través de la modificación
de una ley ‑todavía estaba el gobierno de Berlusconi‑, se estableció que
cualquier convenio colectivo de empresa podía derogar los convenios colectivos
de otros ámbitos e incluso una norma estatal. Ese es el problema que en Francia
está teniendo la reforma laboral con Macron. Son elementos muy comunes. Está
ligado a una idea antigua según la cual la negociación colectiva solo tiene
sentido si se integra en un mecanismo de productividad empresarial. Se entiende
que es contraproducente, por homogenización de condiciones de trabajo, la
negociación colectiva de sector. Este es el eje central.
Aunque estas reformas son homogéneas
en sus objetivos, no se han producido a la vez en todo sitio. Este es uno de
los temas que explica muchas cosas, entre ellas, la diacronía europea. El tema
se concentra en Grecia; luego en Portugal y después en España. Nunca hubo
posibilidad de que se realizaran a la vez las reformas laborales en todos los
países. El sindicalismo europeo intentó hacer una huelga general en noviembre
de 2012 en todo el sur pero eso impidió que participaran algunos países que no
estaban afectados, como Francia. Lo importante es que ha generado una
aplicación selectiva de los derechos fundamentales ‑no solo reconocidos en
nuestra Constitución sino también en las cartas europeas‑ y la consideración
generalizada del campo de los derechos laborales como un obstáculo para la
recuperación económica.
¿Cuáles son las consecuencias seis
años después?
Voy a hablar fundamentalmente de
España. Las consecuencias son distintas en función de las resistencias
nacionales que haya habido. No es lo mismo
cómo ha surgido en Italia, Portugal o España, y no es lo mismo los devenires
políticos de lo que luego ha habido. En el caso de Portugal, la crisis se ha
desplazado al elemento político y el gobierno o los gobiernos que habían
negociado el memorándum de entendimiento han sido sustituidos por una mayoría
de izquierdas. Por tanto, ha cambiado la situación desde el punto de vista de
la gestión de la gobernanza en este tema.
Sin embargo, en España ha habido una
continuidad con altibajos, con sobresaltos y con turbulencias, pero es una
continuidad política. Por otra parte, ha habido una resistencia social muy
intensa.
En el caso español ¿cuáles son los
elementos? En primer lugar, es importante mencionar la recuperación económica
que se ha producido, lentamente, pero se ha producido, en gran medida, sobre la
base, primero, de una devaluación salarial generalizada y fuerte. La población
española ha sufrido una fuerte devaluación salarial que es mucho mayor en las
rentas salariales más bajas que las rentas medias y altas. Estas han sufrido
una devaluación en torno al 5% y 7%, mientras que las rentas bajas han llegado
casi hasta el 25%. Quiere decir que es una devaluación salarial con un fuerte
componente desigualitario, discriminatorio como tal.
Tanto es así, que se han formado
importantes bolsas de trabajadores pobres por vez primera en un país como en el
que yo vivo. El hecho de trabajar no supone el alejamiento de la pobreza. Hay
algún tipo de trabajadores ‑sobre todo, mujeres, que es el estrato más
castigado‑ que, pese a cobrar un salario, se encuentran en un sistema de
exclusión social. Luego, hay un importante incremento de la precariedad y
descenso en la calidad del empleo. O sea, que la recuperación económica ha ido
acompañada de un descenso fuerte de la calidad en el empleo.
Hemos llegado a tener cinco millones
de parados, y ahora, tenemos tres millones setecientos mil, lo que representa
una tasa de desempleo del 16.5% que, comparado con el 23% anterior, está muy
bien, pues ha habido siete puntos de diferencia. De todas formas, estamos
hablando de casi tres millones setecientos mil parados. No decimos que estamos
en términos norteamericanos de que hay una situación de empleo fluido; todavía
hay una fuerte resistencia del desempleo como tal.
Lo más preocupante es que hay una
tasa de temporalidad, es decir, de contratación temporal, del 27,5%, la mayor
de los veintisiete países europeos. Además, los trabajos temporales no son
estables, sino que hay una inmensa rotación. Son trabajos temporales cortos y
que rotan continuamente, es decir, en un trimestre se pueden encontrar cuatro
millones de contratos con una duración de entre siete y nueve días cada uno.
Esto indica una rotación entre precariedad, desempleo, economía irregular en
algunos momentos. Hay un círculo vicioso que se alimenta desde ese punto de
vista. También hay dos elementos nuevos: uno es el trabajo a tiempo parcial no
voluntario, de corta duración. Tenemos acuerdo marco europeo en el cual se
entiende que este tiene sentido, fundamentalmente, si es un trabajo elegido,
escogido y no impuesto. Este trabajo parcial no voluntario es de corta
duración, de 20 horas semanales o menos. Esto quiere decir reducción de
derechos en cuanto a la seguridad social y, naturalmente, salariales. Los que
más sufren son los estratos más vulnerables, fundamentalmente, mujeres y
jóvenes.
Este es el panorama que se presenta
seis años seis años después de la reforma laboral. ¿Qué está sucediendo ahora?
Hay una cierta recuperación económica y los sujetos sociales, concretamente,
los sindicatos, son el elemento más importante. Es la hora de recuperar, sobre
todo, salarios ‑hay un incremento muy importante en la conflictividad en la negociación
colectiva‑, y recomponer la fractura del colectivo laboral entre precarios y
estables. Este último es otro de los elementos fundamentales por una serie de
técnicas y, sobre todo, porque implica la necesidad de una nueva regulación de
la estabilidad en el empleo.
Por otra parte, cabe señalar que
también hubo decisiones por parte del Tribunal de Justicia Europeo que
obligarían a una revisión del sistema de contratación temporal en España, lo
que ayudaría a ese objetivo sindical.
El último tema refiere a las
pensiones, donde hay una movilización muy importante. Esto era lo que quería
poner en vuestro conocimiento como una especie de foto de lo que a mí me
parecía podía llegar a ser todo esto. Naturalmente, ello genera cambios muy
importantes en cuanto al derecho del trabajo, no solo en la manera que los
juslaboralistas percibimos la regulación del trabajo, sino, también, en la
propia conformación de los jueces sobre el momento interpretativo, que ha sido
muy interesante, porque ha reescrito algunas páginas de esta reforma laboral,
etcétera.
También, cabe señalar la complejidad
que tiene esa perspectiva multiescala donde podemos encontrar, por ejemplo, un
fallo del Tribunal europeo de Derechos Humanos o de la Justicia, que
inmediatamente actúa sobre nuestra realidad nacional.
Muchas gracias por darme esta
oportunidad, como dicen los toreros. Estoy a vuestra disposición.
SEÑOR PUIG (Luis).- Quiero
agradecer que nos hayan visitado y esta exposición del doctor Antonio Baylos
que nos trae a la realidad el proceso que se está viviendo en Europa.
A partir de lo que el profesor
Baylos planteaba, sacaba algunas conclusiones. En primer lugar, existe la
renuncia por parte de varios Estados europeos en cuanto a un aspecto de
soberanía, es decir, a aceptar imposiciones en torno a determinados rescates
económicos para poder enfrentar la crisis. Al mismo tiempo, el profesor Baylos
habló sobre la recuperación económica en España y dijo que, a pesar de ese
proceso de recuperación económica, ese país tiene tres millones setecientos mil
trabajadores desempleados, un 16,5%, y que dicha recuperación se logró sobre la
base de la rebaja salarial que afectó a los salarios más bajos.
Hay elementos muy visibles en
América Latina de esto que se está aplicando en Europa. Está el caso de Brasil
con su reforma laboral y otros que no podemos decir que son producto de
reformas estructurales recientes, sino que, de alguna manera, son la estructura
que se han dado ciertos países como, por ejemplo, Paraguay, donde el costo de
la mano de obra es muy bajo, con una diferencia muy importante comparado con el
de Uruguay. Asimismo, está el caso de Argentina, donde todo indica una pérdida
de derechos muy importante, un proceso económico complejo que ha desencadenado
una devaluación en los últimos días precedida de una situación en la cual se
entiende que el peso de las crisis se logran compensar a través de la baja de
la masa salarial, como es un componente que se viene dando en distintas
regiones del mundo donde queda claro que, permanentemente, los costos de las
decisiones los pagan los trabajadores.
Quisiera saber cómo podría
ilustrarnos el profesor Baylos en cuanto a la relación entre esas situaciones
que se dan en Europa y este proceso incipiente que ocurre en América Latina
donde, claramente, lo de Brasil tiene incidencia en todos los países de la
región, por la proximidad y por tratarse de un país casi continente.
SEÑOR BAYLOS GRAU (Antonio).- La valoración
final que hago de este proceso ‑que para nosotros ya es largo; son 6 años y
permite una mirada muy clara, porque no está tan pegado o cercano a la medida‑
es que hubo una clarísima solución basada en la devaluación salarial que,
también, rompe la idea de Europa. Aunque este no es un tema muy interesante
aquí, es importante. Esa devaluación salarial ha generado una insolidaridad de la Europa del norte sobre la Europa del sur. Este es un elemento
que ha generado mucho cuestionamiento y deslegitimación de la propia idea
europea. Los propios Gobiernos, cuando hablan de ese tipo de reformas, no dicen
que ellos son los culpables de haber participado de esa reforma. Ellos dicen
que la culpable es Europa. Posiblemente, podríamos hablar de que la desafección
de este tipo de insolidaridad dio lugar a fenómenos políticos complicados como,
por ejemplo, en Francia con el populismo nacionalista de la hija de Le Pen y,
en Italia, el fenómeno de Lega Nord, que puede tener que ver mucho con ello.
Es decir, hay un antieuropeísmo
crítico y otro que viene a resaltar el carácter nacional, a renacionalizar la
propuesta que va unida a otro problema, que es la crisis del este respecto a
los refugiados. Este elemento en América Latina interesa menos, pero es
importante, porque tiene que ver con esta clásica devaluación salarial.
Por otra parte, cabe señalar que la manera
de salir de la crisis ha sido plenamente injusta y desigual. Ha habido una
desigualdad pronunciada sobre los que menos tienen y que menos van a tener. Es
el 'efecto Mateo', pero de la manera más terrible. Hay estratos de la
población, fundamentalmente, mujeres y jóvenes que, de alguna manera, están
sufriendo.
El otro problema es global. La
sustitución de la soberanía política democrática en Europa por una cesión de
soberanía en materia monetaria es algo constitutivo de la Unión Europea. En gran parte
del mundo, sobre todo, en América Latina, el desplazamiento material de la
soberanía democrática de los pueblos por la soberanía financiera del capital
financiero es una realidad. El caso brasileño es emblemático, pues se ha
subsumido plenamente la voluntad soberana del pueblo por la decisión de un
conglomerado financiero con incrustaciones por parte de sectores dominantes de
la población civil. Eso ha generado un
elemento muy peligroso y es la situación de excepción.
Desde mi punto de vista, en el caso
brasileño, ha habido un proceso de deterioro democrático. Eso alienta a cosas
muy graves, como la incompatibilidad en muchas ocasiones de esa necesidad de
satisfacer a ese capitalismo global rentista, que hace sufrir al capitalismo
industrial, como a las pequeñas y medianas empresas de los países y que,
inclusive, está desertizando industrialmente algunos paisajes. Desde ese punto
de vista, eso está asociado a la incompatibilidad con la democracia, no con la
democracia social, sino con la democracia en general. Y hay que ver cómo se
construye la nueva situación de excepción. Esto lo hemos visto en Brasil, pero
también en Paraguay e inclusive en Honduras. Son elementos que se están
realizando de una manera diferente.
También está el problema que es muy
europeo pero es americano: el dumping
social, y es importante tratar de evitarlo. Las diferencias entre las rentas
van a ser muy importantes en los países de la región. Si los países fuertes
devalúan salarialmente sus estándares de condiciones de trabajo, también lo
hacen sobre la base de intentar generar una presión a la baja que les permita
resistir frente a las diferencias salariales de otros.
En Europa eso está mejor dispuesto
porque era uno de los conceptos básicos de esa construcción del mercado
unitario. Ahí hay elementos que se pueden mirar, aunque, naturalmente, no se
pueden importar. Me refiero a cómo en un momento dado se puede construir una
regla. Y la regla fundamental es que el trabajador que se desplace a otra
nación no pueda percibir un salario menor que el de los nacionales de ese país
por el mismo trabajo. Esa es la regla de una directiva de 1996, que es
importante y que continuamente se intenta mejorar en algunos de los supuestos.
Por otra parte, con el debate del
pilar social europeo, se ha creado una autoridad laboral europea con la misión
fundamental de velar por este tema. Claro que es difícil conseguir este tipo de
cosas. Me refiero a establecer que no hay ningún problema con la libertad de
circulación de trabajadores, pero esa libertad de circulación no puede
entenderse como una libertad para rebajar el precio del trabajo.
Esa es la idea general, aunque como
bien sabemos, hay astucias para que eso no se haga de verdad, pero por lo menos
se consigue un tratamiento uniforme.
SEÑOR PLACERES (Daniel).- Es un gusto
tener a los catedráticos acá. Es importante intercambiar, teniendo un enfoque
de esa Europa que parece tan cercana pero que también está lejos de situaciones
complejas.
Respecto del tema económico, hoy se
está dando en la sociedad uruguaya todo un debate sobre lo que usted decía, es
decir, cómo entender el exceso y la concentración de capital de los grandes
intereses financieros, buscando los aspectos sociales que eso involucra, entre
ellos, el tema de la renta básica. Yo no tengo claro si eso logra un beneficio
para el mismo capital y no para las clases trabajadoras, como otro tipo de
cosas. Por ejemplo, Uruguay tiene cien años de historia de ocho horas de
trabajo. Se ha incorporado tecnología tendiente a incrementar económicamente el
caudal de renta, retirando puestos de trabajo. No sé cómo se está abordando ese
tema en Europa, si es bajo la reducción de la jornada laboral semanal. También
quiero saber si van camino al tema de la renta básica.
En definitiva, si el doctor Baylos
Grau tuviera algún enfoque en ese sentido, me gustaría escucharlo, porque en
Uruguay se está ordenando un debate en ese sentido.
Hay que tener en cuenta que Uruguay
es un país muy chico; tenemos dificultades con los vecinos desde el punto de
vista económico. Es un país que no crece, que abordó la industrialización en
base a la tecnología para mejorar la calidad del producto y el volumen, pero
cuando compite, lo hace con países que tienen exceso de producción. Desde el
punto de vista de los costos, esos productos son excedentes que largan al
mercado y no algo natural. No sé si me explico: Uruguay tiene que
extralimitarse a exportar productos de volumen y calidad, pero cuando sale a
competir, el otro mercado compite con excedentes.
Entonces, estamos ante una situación
muy compleja y no sé si esto se debería abordar por el tema de la reducción de
la jornada semanal de trabajo sin perder ingreso en función de analizar que las
tecnologías vinieron para mejorar la calidad del trabajo y no para hacer del
trabajador un desecho.
SEÑOR BAYLOS GRAU (Antonio).- Claro que
estos son problemas tremendos, inmensos y muy complicados de solventar.
Voy a hablar de dos elementos que
aparecieron en la intervención del diputado. Uno de ellos es la idea de la
renta básica y el otro, la reducción de la jornada laboral.
En principio, uno de los grandes
problemas que separan a Europa de Latinoamérica es un sistema de financiación
muy fuerte que ha tenido Europa, durante muchos años, de un Estado social y,
por lo tanto, la creación de espacios de amortiguación social de muchos temas,
desde la tecnología hasta la crisis, porque desde 1973 hay crisis cíclicas.
Este tipo de empleo ha generado muchos instrumentos de protección social, pero
hablando en estos términos, diríamos, de amortiguación.
Desde un inicio, puede ser
importante lo que era la protección frente a la insolvencia del empresario y la
creación de un fondo con ese fin, una de las primeras medidas que se crean en
Europa. Pero lo más importante es, por ejemplo, un espacio de protección del no
trabajo, que puede ser un espacio amplio, es decir, pensando en un período de
dos años, que pueden prorrogarse en función de necesidad. Ese es un elemento
que tiene prácticamente la gran mayoría de los países europeos. Implica que
cuando uno es despedido, sabe que tiene protección, unida a la formación y la
readaptación.
En el tema del cambio tecnológico,
el elemento formativo es decisivo. Me refiero a la capacitación, la formación y
la creación ‑también desde el punto de vista público‑ de zonas de reconversión
industrial, pero claro que son mecanismos que cuestan mucho dinero. Es un
elemento que se basa, fundamentalmente, en que hay una gran parte de la
población que trabaja y, por lo tanto, cuando hay un crecimiento del desempleo,
estos mecanismos ceden y se basan fundamentalmente en que se da tiempo. Pienso
que la idea fundamental es: "Vamos a dar tiempo para ir
adaptándonos".
Por otra parte, está el problema de
la adaptabilidad a los cambios productivos y tecnológicos que están teniendo lugar.
Ahí es muy importante, desde mi punto de vista, la negociación entre el interés
colectivo de los trabajadores y el interés empresarial.
En Uruguay hay un mecanismo
establecido en términos de negociación que funciona y que está engrasado. En el
caso español, es una negociación colectiva directa y ese es un elemento muy
importante.
¿Qué implica la negociación? Que la
unilateralidad del empresario en la determinación de los cambios en las
condiciones de trabajo tiene necesariamente que pasar por un ajuste colectivo,
por un acuerdo. Por lo tanto, un acuerdo implica también trabajar sobre la
organización laboral, es decir, que no se piense que el sindicato solo puede
trabajar sobre el intercambio trabajo-salario, sino también, sobre la
organización del trabajo, por ejemplo, la reducción de la jornada.
Pero también hay un mecanismo de
reducción de jornada como reacción frente a la crisis. Por ejemplo, se apunta a
la reducción de jornada o, inclusive, a la interrupción o suspensión del
contrato durante un tiempo determinado, de manera rotatoria, inclusive, en una
plantilla, como una forma de enfocar elementos de crisis económica.
En el tema de las nuevas
tecnologías, la reducción de la jornada con procesos y cursos de formación ha
dado muy buen resultado.
Ahora estamos inmersos en el mundo
del 4.0 y la digitalización. Hay unas distopías que no se sabe bien si no vamos
a trabajar o si la diferencia entre vida privada y el trabajo va a desaparecer.
Uno lee a unos y a otros y se estremece por los dos lados.
En definitiva, la digitalización
está ahí, pero como cualquier otro medio de irrupción tecnológica que ha
habido, tiene que ser gestionada con este tipo de elementos.
SEÑOR PUIG (Luis).- En realidad,
quería consultarle sobre una discusión que hoy está presente en todo el mundo,
que tiene que ver con el avance tecnológico, a veces, como si fuera un aspecto
de estos tiempos y no hubiera convivido con nosotros a lo largo de toda la
humanidad.
Es así que aparecen algunas
posiciones señalando que se van a perder millones de puestos de trabajo en el
mundo y esto intenta ser la justificación para rebajar salarios, condiciones de
trabajo, señalando que se debe defender la posibilidad del empleo, flexibilizar
las condiciones laborales y demás cuando, en realidad, desde mi punto de vista,
seguramente, se van a perder muchos puestos de trabajo, pero se van a crear
otros, como ha pasado a lo largo de la historia.
Quisiera saber cómo ubica usted esta
discusión, que se da en el mundo.
SEÑOR BAYLOS GRAU (Antonio).- Estoy en la
misma línea. Considero que el determinismo tecnológico ‑no creo que solo sea un
hecho de volición individual‑, que en muchas ocasiones aparece en los discursos
públicos es falso, equivocado. Hay una especie de situación, y creo que lo ha
dicho muy bien, como si en la estructuración del sistema de precios, en el
sistema capitalista, esto no hubiera pasado siempre. Es como la crisis: estamos
en una crisis. Bueno, la crisis ha acompañado desde el inicio al sistema
capitalista, y el cambio productivo ha ido siempre acompañado de la
introducción de nuevas tecnologías. Naturalmente, ha habido una tecnología
fundamental, la máquina a vapor, que pegó un salto cualitativo, y ahora
nosotros tenemos la era digital.
¿Por el determinismo tecnológico van
a desaparecer todos o una cantidad de puestos de trabajo? ¿Como no vamos a
necesitar trabajar porque las máquinas lo harán por nosotros, sobramos la mitad
de los trabajadores, salvo los profesores de la universidad, que seguiríamos
mientras no nos jubilemos? Esa es una idea falsa que, además, no permite
abordar bien el problema. Creo que el problema es de diseño industrial general del
país, que es un elemento central: ¿cuál es el modelo productivo que queremos
llevar a cabo? ¿Dónde estamos? ¿En qué somos fuertes? ¿Dónde están las
debilidades del modelo productivo nacional? ¿Cómo nos insertamos en los
procesos de mercado y en la globalización? ¿Podemos cambiar eso? Ese es un tema
central.
A su vez, toda destrucción de empleo
lleva consigo la creación de empleo. Este es un tema evidente, pero lo que pasa
es que también hay una transformación. Reitero que es muy importante el
elemento formativo. La formación, la capacitación y la recualificación
profesional, desde mi punto de vista, son elementos decisivos en este tema.
Esto va unido a la refutación de
otro argumento, que es falso: los derechos laborales ‑así denominados‑, no son
sino las condiciones de procedibilidad de un sistema económico en un momento
determinado. Naturalmente, es un sistema económico mediado por lo que podríamos
llamar principio civilizatorio ‑que se recoge en todas nuestras Constituciones‑,
que es garantizar la dignidad y las condiciones de existencia de la población.
Me parece que no es tan difícil
entender esto.
Desde ese punto de vista, eso lleva
consigo la libertad sindical, la negociación colectiva, el derecho al salario
mínimo y la jornada laboral, pero también los mecanismos de adaptabilidad, que
se gestionan a través de la negociación, de la autonomía colectiva. Este es un
elemento importante que parece que se olvida, como si los derechos laborales
fueran derechos rígidos. Justamente, la negociación colectiva es todo lo
contrario a la rigidez. Creo que ustedes lo conocen perfectamente y saben que
la negociación colectiva es el ejemplo del acuerdo por excelencia. Y, por lo
tanto, el acuerdo por excelencia es la flexibilidad.
¿Qué es lo que sucede? Que es razonable
pensar en un pacto de redistribución de la riqueza, que es lo que da lugar y
sentido al derecho al trabajo, y también a la protección social.
En ese sentido, podemos hablar ‑como
he dicho‑ del caso europeo. Nosotros queremos salir de la crisis acentuando la
desigualdad social, y no me parece que ese sea un objetivo correcto.
Creo que por la llegada de nuevas
tecnologías ‑al margen de una consideración general‑, habría que hacer una
consideración con los interlocutores sociales en determinadas ramas o empresas
especialmente afectadas para ver cómo se sustituye. Esto no es nada nuevo. Yo
me acuerdo siempre de la reconversión que se produjo en el sector de la prensa
hace mucho tiempo, cuando comenzaban a cambiarse, inclusive, categorías
profesionales que desaparecían, como el cajista, y la sustitución por el diseño
asistido por ordenador. Esto requirió formación, recualificación y,
naturalmente, había una serie de personas excedentes ‑como les llaman a los
despedidos‑ y exigencias del nuevo trabajo cualificado.
Por lo tanto, ¿cómo cambia esto la
situación? ¿El sindicato y la empresa pueden adaptarse? Creo que depende de las
experiencias que se vayan consiguiendo.
No me parece que se trate de una
situación que se separe mucho de las pautas que nosotros tenemos y de los
instrumentos con los que normalmente encaramos otro tipo de turbulencias que se
producen en las relaciones laborales.
SEÑOR PRESIDENTE.- En nombre de
la Comisión de Legislación del Trabajo y del Parlamento, le agradecemos
especialmente su tiempo y que haya dispuesto de unos minutos para conversar
sobre este tema e ilustrarnos con su visión del mundo del trabajo en Europa,
que tiene mucho que ver con los tiempos que vivimos.
El Parlamento se honra en recibirlo.
También agradecemos al doctor Hugo
Barretto, asiduo concurrente a esta Comisión, con quien seguramente nos veremos
pronto.
¡Bienvenido a Uruguay! Esperamos que
tenga una buena estadía. Ojalá que en el futuro volvamos a encontrarnos.
SEÑOR BAYLOS GRAU (Antonio).- ¡Muchas
gracias de verdad!
SEÑOR PRESIDENTE.- Se levanta la
sesión.
(Es la hora 14 y 37)
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