En Birdman o inesperada
virtud de la ignorancia, del director mexicano González Iñárritu, Emma
Stone compone el personaje de Sam, la hija de Riggan, un actor en decadencia
(Michael Keaton) que en los años noventa protagonizó una serie de filmes de
superhéroe que lo hizo muy popular pero que ahora no calza los puntos
necesarios para poner en el teatro la adaptación de un cuento de Raymond
Carver. La principal crítica teatral le hace saber que detesta las
“celebridades” (así las denomina) de Hollywood que pretenden hacerse
pasar por actores.
Salvo unas breves tomas exteriores, la obra transcurre en los oscuros
pasillos, en el escenario y en los camerinos de los actores de un teatro de
Broadway, donde desfilan personajes y situaciones típicas de
ese mundillo (amores y desamores, mezquindades, etc) que se
confunden en un juego entre la realidad representada (la trama de lo que
“ocurre” o lo que se narra) y la ficción representada en
el filme (la actuación y los ensayos de la obra teatral que se representa), a
tal punto que uno de los personajes reconoce que actúa en la realidad y que es
en la actuación cuando se presenta su ser real.
Siempre al borde del fracaso, Riggan solo es reconocido en su cualidad
“artística” cuando debe transitar semidesnudo por la calle al quedar
por accidente fuera del local del teatro y debe ingresar por el acceso
principal, siendo reconocido y admirado por los transeúntes, que todavía
recuerdan sus “memorables” filmes de superhéroe con poderes extraordinarios.
Esa “ultra ficción” de su pasado es aborrecida por Riggan, que se empeña en ser
director y actor dramático en el presente del filme, aunque el final
parece indicar que su destino está fuera de la ficción “seria” del teatro y que
retorna a la ficción “leve” del entretenimiento clase B.
Emma Stone es una especie de observadora de ese desarrollo, cumpliendo
el papel de hija y colaboradora de Riggan, pero sin comprometerse en el
resultado y manteniendo una actitud distante y crítica del emprendimiento y del
encare de su padre. Se trata de una actuación memorable como una testigo
incómoda, situada, como aparece en un par de oportunidades, en el límite del
interior del teatro y la realidad exterior, sentada en el extremo de un balcón
del que parece se va a despeñar al vacío en cualquier momento.
Esa es su función en el filme: estar en el borde, cuestionar la conducta
y la dirección vital de su padre, permanecer ajena a los avatares de los
personajes, pese a que tiene un atisbo de relación con Mike, el joven actor que
hace de contrapunto de Riggan (Edward Norton).
Efraín Huerta, poeta mexicano del medio siglo pasado, aparece evocado en
el centenario de su nacimiento con el escritor de su misma nacionalidad José
Revueltas en una publicación que me obsequiara mi amigo Oscar Alzaga.
Dice Huerta:
Sólo
A Fuerza
De Poesía
Deja uno
De ser
Un Poeta
A fuerza
Extraordinaria convicción literaria expresada de manera minimalista o
“maximínima” como decía el propio autor. La vida y la obra de Huerta merecen
otros desarrollos que no somos capaces de dar nosotros, pero que harían
justicia con la literatura y la cultura ciertamente
extraordinaria de su país.
¿ por qué Emma Stone y Huerta viajan juntos si nunca se conocieron?
Porque acompañaron el vuelo de retorno, una desde la pantalla y el
otro desde las páginas bien diseñadas del num. 141 de la revista “Biblioteca de
México”.
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