viernes, 15 de julio de 2016

Cine y Poesía en la obra de Abbas Kiarostami


Hace unos días se produjo la muerte de Abbas Kiarostami, cineasta iraní reconocido por su maestría en el tratamiento de la imagen y el estilo cuasi neorrealista de sus filmes más conocidos. El fragmento que sigue es parte de una entrevista recientemente publicada en varios medios.

No existe ningún motivo especial por el que me haya convertido en director de cine. Mi padre era albañil y no tengo recuerdos de vida cultural alguna en mi familia. No vislumbro, en el medio donde viví, ninguna señal en especial que me hubiese encaminado hacia la carrera artística, y hacia el cine en particular. Tal vez por eso no haya conseguido hasta ahora hallar una definición de cine. Pero puedo decir qué no me agrada de él. No me agrada cuando se limita a contar una historia o cuando se torna un sustituto de la literatura. No acepto que subestime o exalte al espectador. No quiero estimular la conciencia del espectador ni generar en él sentimientos de culpa. Mínimamente, estimo que deberían narrarse los hechos de modo que no llegue a sentirse culpable. Si consideramos que el cine tiene el deber de contar historias, me parece que una novela lo hace mejor. Las novelas radiofónicas, los dramas y los teleteatros realizan un buen trabajo en ese sentido.

En el último tiempo he pensado en otro tipo de cine que me lleve a ser más exigente, y que se defina como séptimo arte. En ese cine existe música sueño, historia, poesía. Así y todo, creo que el cine no deja de ser una forma de arte menor. Me pregunto, por ejemplo, por qué leer una poesía estimula nuestra imaginación y nos invita a participar en su realización. Sin duda, pese a su carácter incompleto, la poesía se crea para alcanzar una unidad. Cuando mi imaginación se mezcla con ella, la poesía se torna mía. La poesía nunca narra historias. Ofrece una serie de imágenes; representándolas en mi memoria, apoderándome de su código, puedo elevarme a su misterio. Rara vez encontré a alguien que, al leer una poesía, dijera: “no la comprendí”. Por el contrario, cuando se trata de una película, si alguien no capta una relación, una conexión, por lo general dice que no la entendió. Sin embargo la incomprensión forma parte de la esencia de la poesía. Se acepta tal cual es. Lo mismo se aplica a la música. El cine es diferente. Nos aproximamos a la poesía a través de nuestros sentimientos; y al cine a través de nuestro pensamiento o intelecto. Es difícil imaginar que alguien pueda contar una poesía pero es normal contarle a un amigo, por teléfono, una buena película. Pienso que si deseamos que el cine sea una forma de arte mayor es preciso asegurar la posibilidad de que no se lo entienda.

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