(publicado en el periódico La Diaria, de Montevideo, 1° de julio)
Hugo
Barretto Ghione*
La
reciente 109° reunión de la conferencia de la Organización Internacional del
Trabajo será siempre recordada por haberse realizado enteramente de manera
virtual, a distancia, lo que representa un logro para el organismo en la
superación del difícil tránsito por la pandemia.
También será recordada por los
motivos menos plausibles de haber “saludado” las “medidas positivas” que el
gobierno de Colombia ha adoptado “para abordar la situación de violencia en el
país” cuando es sabido por todos que cientos de trabajadores han sido
amenazados, agredidos y hasta asesinados impunemente a causa de su actividad
sindical. Pero no conforme con eso, la OIT además “alentó al Gobierno a
continuar tomando medidas para garantizar un clima exento de violencia”,
exhortación efectuada en los mismos días que las cadenas internacionales de
noticias mostraban la represión que se ejerce en las calles contra la
movilización social de protesta.
El país había sido llevado a
la Comisión de Aplicación de Normas de la Conferencia (que trata la mal llamada
“lista negra” de casos más graves de violación de los derechos laborales) por
considerarse que se estaba frente a uno de los mayores incumplidores, en tanto
se afectaba la vida y seguridad de las personas que ejercen responsabilidades
en sus organizaciones sindicales. Había cierta expectativa que el organismo
acordase una recomendación firme para que el gobierno hiciera cesar de manera
inmediata la violencia ejercida contra ciudadanos que no hacen otra cosa que
defender los derechos de quienes trabajan en condiciones dependencia y que
reciben como contrapartida un proyectil en lugar de un reconocimiento por su
generosa entrega al ocuparse de lo público y del bien común.
Fuera de esta vergonzante decisión,
la reunión internacional adoptó resoluciones sobre respuestas a la pandemia y
prepara otros documentos igualmente interesantes sobre desigualdad y trabajo y
sobre formación profesional de calidad, a tratar en el mes de noviembre.
La llamada “Cumbre sobre el
mundo del trabajo” tuvo lugar en medio de la conferencia, y contó, entre otros,
con la participación del papa Francisco y del presidente de EE.UU Joseph R. Biden.
Ambos plantearon algunos
puntos de vista que si bien son reconocibles en las tradiciones que ambos
representan, no dejan de ser de interés resaltarlos por su sintonía y
contribución al debate sobre el futuro del trabajo tras la pandemia.
Francisco llamó a dar
prioridad en las políticas públicas a las personas que se encuentran en los
márgenes del mundo del trabajo, como son quienes están poco cualificados, los
jornaleros, el sector informal, los trabajadores migrantes y los refugiados, de
modo de “garantizar que todos obtengan la protección que necesitan según sus
vulnerabilidades”.
Luego de reclamar que “El modo
de llevar adelante la economía tiene que ser diverso, también tiene que cambiar”,
advirtió que existe “un virus peor aún
del COVID-19: el de la indiferencia egoísta”, que “se propaga al pensar que la
vida es mejor si es mejor para mí, y que todo estará bien si está bien para mí,
y así se comienza y se termina seleccionando a una persona en lugar de otra,
descartando a los pobres, sacrificando a los dejados atrás en el llamado “altar
del progreso””.
Sobre el papel de los empresarios
subrayó que “deben producir riqueza al servicio de todos” y que “Siempre, junto
al derecho de propiedad privada, está el más importante y anterior principio de
la subordinación de toda propiedad privada al destino universal de los bienes
de la tierra y, por tanto, el derecho de todos a su uso”. Agregó que “a veces,
al hablar de propiedad privada olvidamos que es un derecho secundario, que
depende de este derecho primario, que es el destino universal de los bienes”.
En cuanto a los sindicatos,
indicó que “son una expresión del perfil profético de la sociedad. Los
sindicatos nacen y renacen cada vez que, como los profetas bíblicos, dan voz a
los que no la tienen, denuncian a los que “venderían al pobre por un par de
chancletas” (…) desnudan a los poderosos que pisotean los derechos de los
trabajadores más vulnerables, defienden la causa de los extranjeros, de los
últimos y de los rechazados”.
La participación de Joseph R. Biden
fue mucho más breve pero no menos significativa y potente. Se trató del tercer
presidente de EEUU en participar de una reunión de la OIT, después que en 1941
Franklin D.Roosvelt calificara la creación del organismo como “un sueño descabellado
que se hizo realidad” según recordó el Director General Sr. Guy Ryder
En lo sustantivo manifestó que
la democracia está ante un desafío, en tanto los “autócratas del mundo (…) persiguen
los derechos de los trabajadores y las normas internacionales del trabajo”,
aunque subrayo que se equivocan “en pensar que no lograremos apoyar a los
trabajadores”.
En el tramo de su alocución dedicado
a la salida de la pandemia, señaló que se produce en medio de “desigualdades
exacerbadas y una difícil prueba para las familias”, pero la democracia podrá
superarlo “dando más poder a los trabajadores, aumentando los trabajos,
defendiendo sus derechos, logrando que rindan cuentas aquellos que someten a
sus ciudadanos al trabajo forzoso y al trabajo infantil”.
Los discursos de Biden y
Francisco no deben entenderse como mentiras piadosas. Provienen de quienes representan
instituciones muy diversas pero que convocan a mirar el mundo del trabajo desde
una perspectiva amplia, ya sea rescatando la función de los sindicatos, criticando
los encares economicistas y las éticas individualistas y dando primacía del
trabajo sobre el capital o vinculando estrechamente la democracia y los derechos
laborales. Todo un programa para la reconstrucción.
Sacando cuentas, no puede
dejar de pensarse que algunos editoriales y legisladores oficialistas de
nuestro país deberían tener un arranque de pudor, apurarse a borrar toda
evidencia de sus paupérrimas incursiones en estas temáticas, y tomar nota de lo
que dicen quienes reflexionan en serio y con responsabilidad sobre el futuro.
* Catedrático de
Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social de la Facultad de Derecho de la
Universidad de la República
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