Los Principios del Derecho del
Trabajo es una obra clave en la producción del Prof. uruguayo Américo Plá
Rodríguez, uno de los maestros más reconocidos del laboralismo uruguayo.
Publicada originalmente en 1975, adelantó la importancia que desde el punto de
vista teórico revestirían los principios para la enseñanza y aplicación del
derecho del trabajo y de las disciplinas jurídicas en general. La larga
influencia de “Los Principios” en el derecho del trabajo nacional y
latinoamericano hacen que esta obra, que estaba agotada desde hace muchos años,
renueve la reflexión y el estudio desde una perspectiva genuinamente tutelar de
las personas que trabajan por cuenta ajena.
Plá Rodríguez fue Profesor
Titular de Derecho del Trabajo en la Universidad de la República, Decano de la
Facultad de Derecho y Diputado y Senador de la República.
La presente edición, de la
Fundación de Cultura Universitaria, ha
estado a nuestro cuidado; seguidamente
se transcribe el prólogo que hemos escrito para este verdadero acontecimiento para
la cultura jurídica laboral.
Presentación
Nuevas lecturas
para Los Principios del Derecho del Trabajo
Un
clásico es un libro que nunca termina de decir lo que tiene que decir
Italo
Calvino
Hay varios motivos
para celebrar la aparición de una nueva edición de la obra de Américo Plá
Rodríguez Los Principios del Derecho del
Trabajo.
En primer término,
por cuanto significa recuperar la
palabra de uno de nuestros recordados maestros en la que es sin duda su obra más
inspirada e influyente en el campo de la enseñanza y de la doctrina jurídico
laboral. Se estaba tornando difícil “volver” a Plá Rodríguez sin tener al
alcance un libro tan representativo de su estilo de decir y de su pensamiento y
concepción del derecho del trabajo. Casi se había generado, entre sus lectores,
esa incómoda sensación que surge cuando advertimos que “nos está faltando un libro”, o sea, cuando se
siente el vacío ante la ausencia de un libro con el cual establecimos una
relación entrañable hace muchos años y aprendimos derecho del trabajo, y que ahora ofrece sus páginas para retomar el
diálogo, abriéndolo en cualquier parte, conjugando viejos y nuevos significados
desde la lectura del presente. Ese es justamente el fulgor de los clásicos:
aparecer continuamente renovados y hacernos participes no de una lectura repetitiva
y sin sorpresas, sino del descubrimiento
de detalles y niveles que habían quedado ocultos en abordajes anteriores.
Como decía Italo
Calvino, la lectura de un texto clásico aporta de distinta manera a lo largo de
la vida: en la juventud, formación, modelos, contenidos, términos de
comparación, escala de valores; en la edad adulta, en su relectura se vuelven a encontrar “esas constantes que
ahora forman parte de nuestros mecanismos internos y cuyo origen habíamos
olvidado”, y por eso recomienda que “en
la vida adulta debería haber un tiempo dedicado a repetir las lecturas mas
importantes de la juventud. Si los libros siguen siendo los mismos (…) sin duda
nosotros hemos cambiado y el encuentro es un acontecimiento totalmente nuevo”[1].
Los libros clásicos
perduran en la memoria por encima de los avatares editoriales, y así, “Los Principios” continuo siendo, pese a
su ausencia de los catálogos, un libro esencial.
En segundo lugar, ha
de reconocerse que, en lo estrictamente académico, el interés por “Los Principios” no había cesado en los
últimos años, a contrapelo de su desaparición del mundo editorial, omisión que
ahora la Fundación de Cultura
Universitaria repara cumpliendo con las expectativas de un público
lector variopinto que aguardaba y reclamaba desde hace años tener la
oportunidad de volver sobre este verdadero clásico de la literatura laboralista
iberoamericana.
El pensamiento jurídico
de Plá Rodríguez ejerce una perdurable influencia en los medios universitarios
latinoamericanos, que lo visualizan como un emblemático representante de la
llamada “Escuela Uruguaya del Derecho
Laboral”, una denominación que fue creciendo al influjo de un núcleo
prestigioso de académicos que produjeron una doctrina caracterizada por la rigurosidad
en el tratamiento de los temas, la amplitud de enfoques y la mirada muy atenta
al derecho comparado, en una postura intelectual fuertemente signada por el
universalismo en la consideración de los fenómenos jurídicos combinada con la
singularidad de la circunstancia vernácula.
En otra parte hemos
dicho que “la lectura de la obra de Plá Rodriguez constituye una invitación inteligente,
informada y profunda de provocar una comprensión inmediata del Derecho del
Trabajo: tal su impacto, que no tiene paralelo en la literatura especializada
en nuestro idioma. Su escritura tiene
el tono llano del maestro, el mismo decir que conocimos
en sus clases. Las complejidades de una disciplina siempre puesta a
prueba por los avatares políticos, sociales y económicos, encuentra en “Los
Principios” una formulación y
una semántica definitiva y rica en significados, sin declinar en barroquismos y
giros insustanciales, propios de quienes pretenden que decir algo importante
solo puede hacerse a través de alambicados juegos lingüísticos.
El texto del Prof.
Pla Rodríguez tiene el aire diáfano que tienen las verdades últimas, alejada de
toda vanidad de malentendidos intelectualismos;
y tiene también la inflexión generosa que supo tener en su vida y en su
constante preocupación de formar y aglutinar, rigurosa y pluralmente, a todos
aquellos que se inclinaban por el cultivo de nuestra disciplina. Paradigma de
ese designio fue el llamado “Grupo de los
Miércoles”, privilegio que teníamos un conjunto de colegas cuando nos
convocaba a su domicilio para estudiar y
reflexionar sobre el Derecho del Trabajo”.
“Los
Principios” no es
un libro sobre el derecho del trabajo
sino que es un libro que construye el
derecho del trabajo.
No explica el derecho
sino que contribuye a crearlo. Este es un dato fundamental que delata su
extrema importancia: no comporta (solamente) un estudio sobre el derecho sino
que al urdir una doctrinaria sobre las relaciones de trabajo, asume tal
entidad, que termina por conformar un modo de entender el derecho y de
moldearlo y, en definitiva, una manera
de comprender y aplicar la normativa laboral. El ordenamiento jurídico
laboral termina recluyéndose en el contorno dibujado por “Los Principios”.
No se trata de la
consabida y simplista monserga de
considerar a la doctrina como “fuente de derecho”.
Se trata de algo más
importante, profundo y decisivo, como es
concebir que el derecho del trabajo se constituye en el seno de una cultura
jurídica histórica y que todo discurso sobre el derecho que tenga un efecto
sobre la forma de entender y vivir la “juridicidad” es, a la vez, parte de ese derecho. El discurso sobre el
derecho del trabajo incide y modifica su objeto de estudio, que es el propio
derecho del trabajo.
En consecuencia, una doctrina
relevante – y vaya si “Los Principios”
lo es – crea el derecho. En este punto la dogmática de “Los Principios” se imbrica con la característica
dispersión del derecho individual del trabajo en nuestro país, y lo hace de dos
maneras.
Por una parte, todo
el universo de reglas del ordenamiento, constituido por sucesivas capas que han
ido superponiéndose en el correr de la evolución del Derecho del Trabajo,
encuentra en “Los Principios” una
suerte de estructura transversal que dota de coherencia al conjunto por
remisión del contenido sustantivo de esa normativa a un elenco fundamental de
Principios.
Pero hay otro sesgo
determinante de esa imbricación de los Principios con las características
idiosincráticas del ordenamiento laboral: Plá Rodríguez resiste la idea que
deban positivizarse, dado que sostiene que esa sería una manera de
cristalizarlos y restarle fecundidad. Funcionan los Principios por tanto como
una especie de Derecho no escrito, muy
dúctil como eficaz instrumento de aplicación en sus fases de interpretación e
integración.
Paradojal
circunstancia ésta la de contribuir a crear el derecho, pero hacerlo sin corporizarse
como regla escrita, lo que los sitúa fuera de la positivización normativa,
conformando así una exterioridad desde donde operan e influyen en la evolución del mundo jurídico. Su importancia reposa entonces
en el dinamismo propio de una noción que
para ser omnipresente en el ordenamiento no tiene que encontrarse confinada en
ningún sitio: se trata de un “blanco móvil” con el cual no pudieron las
políticas conservadoras/desreguladoras
en lo social de los años noventa
en América Latina.
En esa estrategia
compleja que Pla Rodríguez tejió para “Los
Principios” reside el espíritu humanista que el autor desplegó en su
dilatado magisterio, impregnado en un irrenunciable pluralismo que lo hacía
proclive a la búsqueda del diálogo para descubrir aún la “parte de razón que pueden tener las doctrinas erróneas” como
gustaba decir siguiendo a Jacques Maritain, una de sus lecturas filosóficas de
juventud.
La publicación de “Los Principios” acerca al lector la
síntesis más acabada del modelo clásico de estudio del Derecho del Trabajo.
Pero no se trata de un mero homenaje, sino que estamos ante la aparición de una
obra que renueva, desde la tradición, el sentido protector de nuestra
disciplina, y por ello era imprescindible contar con la posibilidad de
revisitarla.
La presente edición
mantiene en su totalidad la versión final de autor, anotada muy brevemente, sin alterar el orden de las citas
originales, en referencia a solo algunas de las
modificaciones que se consideran fundamentales en la legislación nacional vigente.
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