miércoles, 30 de noviembre de 2011

Oscar Ermida, maestro del Derecho Laboral



 (publicado en el diario La República - Montevideo - Uruguay)

Parece como si este invierno fuera  más invierno desde que falleció Oscar Ermida, hace unos pocos días. 

Destacadísimo profesor universitario en derecho del trabajo y la seguridad social, referente de esa disciplina,   autor de cientos de artículos de su especialidad y docente en universidades latinoamericanas y europeas,  Oscar Ermida fue también director de la revista Derecho Laboral, fundada en 1948, catedrático, tutor de tesis y maestro reconocido por varias generaciones de laboralistas en todo el continente.

Toda pretensión de describir la  dilatada actividad intelectual de este uruguayo notable  es un esfuerzo vano: siempre habrá un memorioso que salga del anonimato momentáneo, pida la palabra y encuentre un aspecto o un punto soslayado involuntariamente por un eventual recopilador, por más escrupuloso ánimo de notario que disponga.

En sus atributos personales destacaba la inteligencia altiva y sensible, el trato afable, generoso  y austero, el rigor  y el método de estudio, la riqueza cultural y la racionalidad de su orden discursivo,  que ayudaba la mayoría de las veces con una guía escrita de su exposición. Todo conjugaba, en una extraña y oculta alquimia, en exposiciones brillantes por la pulcritud del dato, la precisión de la explicación y la llaneza del lenguaje, que nunca recaía en preciosismos ni barroquismos pretenciosos. Emergía así  un lenguaje límpido y cultivado, seguramente morosamente trabajado, de una lógica que aparentaba no dejar lugar a  alternativas debido a la sugestión de lo irrefutable.

En su no/despedida final, junto al féretro, el Prof. Emérito Héctor -  Hugo Barbagelata leyó un fragmento de la última contribución de Oscar Ermida a la revista Derecho Laboral, artículo que calificó como una especie de testamento del autor por el mensaje totalizador de su concepción del derecho del trabajo. En una sorprendente síntesis, Ermida funda el derecho del trabajo en los valores de la igualdad - en el sentido de compensadora de las desigualdades materiales que afectan a quien debe trabajar en relación de dependencia -  la protección,  la dignidad y la libertad del trabajador. Es por su enfoque profundamente humanista del mundo del trabajo que la Asociación Latinoamericana de Jueces del Trabajo lo refirió como “un jurista consecuente en la defensa de los principios de nuestra disciplina y un orientador intelectual para que los jueces laborales podamos atender cabalmente nuestro cometido de aplicar e interpretar normas igualadoras”.

Vinculado a su concepción igualitarista del derecho del trabajo, su última actividad se dirigió a contribuir en la creación de un proceso autónomo para tramitar los juicios laborales a través de plazos abreviados y con mecanismos legales que compensen la desigualdad existente entre la posición del empleador y del trabajador. En este, su esfuerzo final, concentró sus energías a tal punto de haberle manifestado a quien esto escribe que estaba dispuesto a concurrir al parlamento, aún en medio de su precario estado de salud,  para exponer sobre la necesidad imperiosa de aprobar una modificación a la ley procesal vigente, que se encuentra en trámite en el Senado, con el objeto de  mejorar su técnica y superar algunos obstáculos que subsisten para su aplicabilidad plena.

Oscar Ermida, al término de su jornada vital,  no entró dulcemente en la noche callada, tal  como reclamaba resistir la muerte Dylan Thomas; más aún, casi desconoció tercamente la enfermedad y continuó estudiando, trabajando y compartiendo con sus colaboradores la luminosidad de la tarea intelectual y la proyección constante y sin descanso hacia el mañana.  Seguramente sea esa la última y principal enseñanza que nos deja. Por eso, y con otro poeta, Gabriel Celaya, decimos que en el futuro, y con Oscar Ermida, siempre estaremos empezando.

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