Crisis terminal del capitalismo o crisis terminal de la humanidad.
Pablo González Casanova
El conocido intelectual
mexicano expone en el reciente evento zapatista “El
pensamiento crítico frente a la hidra capitalista”.El siguiente es el texto
de su intervención.
La enorme
contribución de creencias y religiones a la emancipación de nuestra América es
uno de los grandes legados que tenemos y al que se añadió –entre luchas contra
las oligarquías y los imperios, la fuerza de un liberalismo radical, que más
que una ideología es parte esencial de nuestra cultura, tan viva hoy en la
lucha por la libertad como en la nueva y enredada lucha de clases y contra el
imperialismo.
La creación de espacios
laicos en plazas, escuelas y universidades dio a la lucha por la Independencia
y la libertad armas notables que se renovaron por pensadores, políticos y
revolucionarios del más alto nivel. Muchos de ellos desde el siglo XIX han
enriquecido nuestras revoluciones con los más variados combates y pensamientos.
En todos estos sobresalen, con valiosas aportaciones, los zapatistas y sus
sucesores en México y La Lacandona, así como los descendientes de Túpac Amaru y
otros movimientos indios de América del Sur, que desde hace más de 500 años no
han dejado de combatir por sus tierras y sus ideas, y a los que el movimiento
boliviano, con Evo Morales y Álvaro García Linera, enriquecen con planteamientos
de una democracia y un socialismo pluriétnicos.
A esa variedad de luchas se
añaden otras más que siguiendo la vía pacífica de la Unidad Popular y de
Salvador Allende en Chile, dan hoy primordial importancia a que del ejército
salgan quienes apoyen a su pueblo con férrea lealtad y profundo compromiso
moral e ideológico. El general cristiano y revolucionario Hugo Chávez, diestro
en la teoría, la política y las armas, añadió a la memoria y la imaginación
creadora de los movimientos anteriores la contribución insistente de que el
socialismo será obra del pueblo o no será, y al mismo tiempo reformuló los
planteamientos bolivarianos que enriquecen a la Revolución Latinoamericana y
que contribuyen a unir en un proyecto común, contra las intervenciones extranjeras,
a todos los dirigentes de América Latina –tengan la ideología y la posición
política que tengan– para que se unan en la defensa de sus integrantes, a fin
de que, como un solo bloque, actúen en un mundo dominado por bloques. Al mismo
tiempo que Chávez planteó ese proyecto continental y por un mundo en que impere
la paz, en su país se propuso emprender una clara lucha por la democracia, la
independencia y el socialismo. Chávez se sumó así a quienes en América Latina
han hecho importantes contribuciones a la emancipación y la vida humana, desde
Cuba, Chile, el Sureste Mexicano, Bolivia y Ecuador.
La originalidad de esas
contribuciones, y el hecho de que América Latina haya sido calificada como la
región de avanzada mundial en los nuevos planteamientos por la emancipación,
nos induce a pensar en términos locales y universales, sin esperar a que éstos
nos vengan de Heidelberg o París como originales a copiar, y sin olvidar que
cada movimiento emancipador actuará a su modo, desechando recetas que supuestamente
se deben aplicar en todo tiempo y lugar, pero aprovechando conceptos derivados
de las más variadas experiencias, y que se repiten aquí y ahora, y aun en esas
más concretas hay que ver cómo se comportan en las circunstancias en que cada
movimiento actúa.
Con este ánimo tenemos hoy
que redefinir claramente el mundo que queremos para que se vea que no estamos
hablando por hablar. Tenemos que redefinir y materializar palabras como
libertad, justicia y democracia, de las que muchas veces se ha perdido la atención,
la memoria y la práctica de su significado verbal y actual. Redefinirlas y
materializarlas es parte de una tarea universal, pues en un momento de crisis
mundial de las ideologías, como el que vivimos, nosotros mismos usamos esas
palabras sin ver cómo las hemos redefinido y cómo las hemos materializado.
Estoy seguro de que ningún
mensaje es más urgente y necesario que plantear la preservación de la vida en
la Tierra, la emancipación del ser humano, y la organización local, regional y
global de colectividades y colectivos de jóvenes, de pueblos, de trabajadores,
de campesinos, de profesionales, que honren su palabra, articulen su voluntad y
materialicen su experiencia, dominen su información, y su forma de dialogar y
acordar con serenidad y firmeza para defender efectivamente la libertad y la
vida.
No quiero extenderme mucho.
Me limitaré a definiciones que tengan que ver con la lucha actual, real y
material.
* * *
Empezaré por la palabra
democracia, que es la más vinculada al qué hacer y cómo hacerlo, la más
instrumental. Por democracia entendemos que las grandes decisiones las tome el
pueblo, y que en última instancia sea comportamiento obligado que el pueblo
diga qué hacer o qué medida tomar, y que en las decisiones de riesgo se diga
antes de la decisión ¿cuál medida se debe tomar y qué riesgos es preferible
asumir?
Para que no se quede en
palabras reconocer que corresponde al pueblo eso que llaman soberanía, hoy
podemos combinar las técnicas más antiguas de la democracia directa, en
localidades o empresas donde todo mundo se conoce, con las nuevas técnicas de
la comunicación, información, organización. Con unas y otras podemos enfrentar
los problemas a resolver, pero ya sin contraponer como un todo abstracto las
organizaciones horizontales y las verticales, sino viendo qué tipo de
organizaciones pueden permitirnos el logro más eficiente de nuestros proyectos
emancipadores.
En terrenos como los
órganos de defensa, y muchos de gobierno y administración, en especial los de
servicios especializados como la salud, la construcción urbana o de presas y
caminos, y otros servicios de gobierno, de defensa y educación, podemos
combinar las organizaciones de tareas jerárquicas con organizaciones de tareas
coordinadas y, al mismo tiempo, podemos promover las organizaciones de
comunidades y sistemas de comunidades, de cooperativas y sistemas de
cooperativas, aisladas o relacionadas entre sí.
En la organización de la
vida, y de la democracia, a los flujos de información se añadirán los de bienes
y servicios. Y en toda esta organización de organizaciones, las vanguardias y
los especialistas tomarán muy en cuenta las experiencias pedagógicas del
aprender a aprender, las que nos vienen de Paulo Freire entre muchos otros, y
en que para la defensa y el gobierno de regiones y naciones enteras por ellas
mismas, ha destacado la revolución cubana, lo que le ha permitido resistir más
de 50 años de bloqueo imperialista, y mantenerse como estrella solitaria, tras
la dramática caída del campo socialista. Semejante poder de la pequeña isla de
Cuba sólo puede explicarse si está uno abierto a entender que en la gran lucha
por el mundo moral y combativo, Cuba construyó y materializó una nueva
categoría, la del Estado-Pueblo, o Pueblo-Estado.
A esas experiencias se
añade en forma, no menos creadora, la que por la autonomía, la libertad, la
justicia y la democracia emprendieron el Ejército Zapatista de Liberación
Nacional y los descendientes de los pueblos mayas, que hoy nos convocan, y
cuyas aportaciones al diálogo político, al aprender a aprender del discurso que
combina narrativas, reflexiones, razón e imaginación, se añade una estrecha
unión o fusión entre actos y palabras, entre palabras-cosas-creaciones, caminos
todos que han sido y son objeto de admiración mundial, en especial por la juventud.
Todos ellos también explican la capacidad de resistir asedios y embates más de
20 años.
* * *
En cuanto al esbozo
combativo de la libertad, debo decir que en la libertad veo entre los muchos
sentidos que tiene el que destaca moral y política, así como el de quienes no
temen conocer la verdad sobre el mundo en que vivimos ni las mejores formas de
enfrentar los problemas por poderosos y agresivos que sean los intereses que
amenazan… “Para conocer… –nos dijo un miembro de la Junta de Buen Gobierno de una
comunidad de la Selva– lo primero que tenemos que hacer es perder el miedo”.
Jamás había oído expresar de manera tan clara esa teoría del conocimiento ni
exponer un problema que atañe a pueblos y letrados, sobre todo ahora en que la
moral se ha ido a la guerra. Y aquí empiezo a hablar de la moral de la
integridad, de la que cuida quien tiene una conducta intachable. Y más ahora
que el enemigo, entre modelos y escenarios formalizados, virtuales y reales,
usa la clásica política de la zanahoria y el garrote.
Un hombre íntegro, intachable está al amparo de los chantajes y
presiones del enemigo a quien se vendió…
Al que se vende le recuerda
quien lo compró: Remember, you are my man. (“Nomás acuérdate que ya te compré y
de lo que puedo decir y hacer decir de ti…”)
El vendido vive bajo la
amenaza de que den a conocer sus manchas y tachas quienes lo compraron, y hasta
de ser condenado por los jueces, si no obedece en todo lo que le exige, aunque
sea más y más.
Si la libertad se da en los
orígenes del pensar, decir y hacer, la libertad se enriquece con la batalla de
quien ni se vendió ni se rindió.
* * *
Acerca de la justicia es
importante recordar que estamos luchando tanto por la justicia personal como
por la social. Nada menos que por una y otra, construidas desde abajo y por los
de abajo, y con vanguardias que aprenden al enseñar y enseñan al aprender, y
que hacen del discurso político un discurso pedagógico, y de su enseñar un
enseñar con el ejemplo de su conducta.
El que la justicia sea con
todos y para todos implica no quedarse en la defensa de los propios derechos e
intereses. Ha de recordar lo que dijo Martí: Patria es humanidad. Ni yo, ni los
míos, ni individualismo, ni clientelismo, ni tribalismo antiguo o moderno.
La lucha por la justicia a
personas y colectividades replantea los derechos humanos en serio, y no como
mero bla-bla-bla. Quien lucha por la justicia de todos y cada uno tiene que
estar consciente de que en esta guerra que vivimos, a la campaña que nuestros
enemigos hacen para que predomine el individualismo y el consumismo –que tanto
les sirve para su política de corrupción con represión, y de zanahoria con
garrote– la lucha por la justicia tiene que plantearse como una política que se
propone dar término a la sociedad de consumo, a la producción de lujo y de
basura y que, al mismo tiempo respeta, como política, las grandes obras de arte
de nuestros antepasados, sean arqueológicas o históricas, artísticas,
científicas o folclóricas.
Pero entre nuestras
prioridades morales y materiales está dar trabajo y con qué trabajar a los
despojados, a los excluidos, a los marginados, a los desregulados, a los
inmigrantes y trabajadores informales, sin papeles, a los sin techo, sin pan o
tortilla, y en este continente, a los pueblos originarios que todavía sufren
las lastras del colonialismo material y mental, así como a los descendientes de
los esclavos africanos, que con las injusticias sufren la discriminación de ser
africanos.
* * *
Para lograr esas metas
forzosamente tenemos que plantear la organización de la vida en torno a los
valores de la libertad, la justicia y la democracia materializadas, frente a la
falsa y mutilada cantinela de los derechos humanos pisoteados por los que hoy
dominan de arriba abajo con sus corporaciones y complejos, sus estados, gobiernos
y mercados, todos al servicio de la acumulación de su poder, utilidades y
riquezas.
La solución de tamaños
problemas no se dará por un camino corto ni acostumbrado, más bien obedecerá a
una guerra que ya se declaró, como puede comprobarse en todas partes, y en que
se combinan como armas principales la corrupción, la represión, y, cuando es el
caso, la negociación. Digo que ya se declaró una guerra mundial no convencional
que realmente es guerra, que es mundial, y que se está librando en nuestro país
y en todos los países del mundo, sin decir que ya se declaró y que ya lleva
tiempo de llevarse a cabo.
Si no la vemos, si no nos
percatamos de que existe es porque se trata de una guerra hecha de muchas
guerras, y unas se dice que son contra el terrorismo y entre terroristas, otras
que de sus atrocidades sólo son culpables los musulmanes –que hoy representan
lo que para Hitler fueron los judíos–, otras que son de sectas de musulmanes en
que combaten sunitas contra chiítas, otras entre unas bandas de narcotraficantes
por el extenso dominio de los mercados y así sucesivamente, todas con motivos
variados según el tipo de luchas que pueden distraer la atención de la
verdadera lucha de la guerra de recolonización del mundo, que de paso encubre
los magníficos negocios que con ellas hacen complejos y corporaciones con la
venta billonaria de aviones, barcos de guerra, armas de largo y corto alcance,
municiones y aprovisionamientos de toda especie, incluso humanitarios, así como
con inmensos préstamos impagables que ya ni siquiera para el desarrollo
desequilibrado sirven, a cuyas colosales ganancias se añaden los despojos de
los deudores que se quedan sin ciudad, sin casa, sin tierras, agua, servicios
elementales, hospitales, escuelas, médicos y medicinas, vida, con millones de
ellos debilitados por hambrunas, pandemias, virus genéticamente modificados
como el ébola, entre otros.
Los países metropolitanos,
sede de corporaciones y complejos – civilizados y cristianos–, desde sus
comandos de guerra y mira, juegan con sus computadoras en el diseño de esta
guerra de crueldades y confusiones que creen poder ganar, con muy pocas bajas
de sus fuerzas –y ninguna en las más altas y cercanas.
A los muchos recursos
económicos que la guerra les reporta ponen toda su atención y ninguna a los
sufrimientos que provocan. Son presidentes, gerentes, gobiernos y comandos
eficaces y eficientes que maximizan su poder y utilidades, ya sea en esas
formas indirectas y confusas, ya con guerras y medidas abiertas que ponen al
orden del día lo que Harvey ha llamado economía por desposesión y que en
realidad es economía por despojo, abierto y encubierto, formal e informal,
directo y subrogado, con ejércitos de línea y con bandas criminales y sádicas
debidamente entrenadas, todas al servicio consciente o inconsciente de
complejos y corporaciones que sacan billones y billones de los pobres de la
tierra y de los recursos de la Tierra...
* * *
¿A qué seguir? A palabras
necias oídos sordos. O como decía aquel presidente norteamericano: They say,
¿what do they say? ¡Let them say! (Dicen, ¿qué dicen? ¡Qué digan!). Es cierto;
más que agotar nuestra atención con críticas a los señores del poder y del
dinero, tenemos que preguntarnos cuáles son las salidas posibles de este
infierno, y cómo podemos hacer posible lo que ahora parece imposible a nivel
mundial y en la mayoría de las naciones: construir y crear la libertad, la
justicia y la democracia.
La guerra mundial actual no
sólo es la que llaman los expertos una guerra de espectro completo, es decir,
no sólo se lleva a cabo en el terreno militar, sino en el económico, el
político, el ideológico, el informático, el social y cultural –en todos se da
la guerra–, pero como si no bastara, la guerra también combina el mundo
espectacular y el mundo real, las fuerzas mercenarias de viejo y nuevo tipo con
los ejércitos de línea, los escenarios de guerra de distracción con los de
guerra realmente existente de los opresores contra los oprimidos, de los
explotadores contra los explotados.
Para el renovado engaño se
usan las computadoras con escenarios de guerra virtual y de guerra real, de
guerras de dominación y acumulación y de guerras a modo…
Es cierto, en medio de
tanta pericia que hasta asusta, los neoliberales de la globalización no pueden
impedir un enorme fracaso: nada menos que no pueden, como querían, ser una gran
potencia unipolar, y en los hechos, el Gran Fracaso se manifiesta cuando
quieren usar la política de la zanahoria y el garrote contra el antiguo imperio
ruso, durante un tiempo integrado en la Unión Soviética, y en el que esa
política no funciona. En la crisis de Ucrania con su presidente nazi, apoyado
por el Bloque Occidental, Rusia no abandona sino abiertamente apoya, en lo
político y en lo militar, a la gran población rusa que allí vive, y que ha sido
golpeada por el nazi y sus aliados.
Tras todos los castigos de
Occidente, Rusia les recuerda, por si lo olvidaron, que es una colosal potencia
nuclear, absolutamente temible, y cuyas clases dirigentes muestran la decisión
de mantener con sus posesiones el poder que les da, el inmenso bloque a que
cada vez se suman otras naciones, que a más de disponer de armas nucleares y
sistemas de lanzamiento altamente temibles y eficaces, cuentan con el poder de
sus propias corporaciones y complejos en que a la cultura del manejo
empresarial añaden la del manejo estatal. (Y aquí hablo en términos puramente
coyunturales y tácticos).
En todo caso, semejante
descalabro del proyecto unipolar –que Immanuel Wallerstein anunció– no le quita
al Bloque Occidental su inmensa prepotencia ni su gran ceguera. Hasta hoy
parece incapaz de ver la lucha que no puede ganar. Está como ofuscado frente a
una crisis que ninguno de los dos bloques puede superar… Y esta tesis, lejos de
corresponder a falta de conocimientos o meros deseos, está plenamente
comprobada en una sociedad del desconocimiento como la del Bloque Occidental,
que dispone de conocimientos notables de que tan orgullosa está, y con fundada
razón, mientras al mismo tiempo no quiere ver, ni deja ver los que sin la menor
duda implican su condición terminal.
* * *
Voy a enunciar el problema
científico más importante en toda la historia pasada y actual, y a terminar con
unas observaciones y una pregunta.
Mis observaciones:
1ª. Si esta guerra se está
llevando a cabo entre confrontaciones y negociaciones, el objeto de unas y
otras es cambiar la correlación de fuerzas en relación con el estado inicial de
las fuerzas de dominación y las fuerzas rebeldes, para nosotros emancipadoras.
Por todo eso, en el terreno de las negociaciones, la guerra se perderá si la
colusión, cooptación y corrupción ganan en ellas.
2ª. La guerra se está
librando entre el Bloque Occidental y el Bloque Oriental. La guerra se perderá
si los del Bloque Occidental logran derrocar a Putin y en su lugar –como un
nuevo acuerdo de clase global– dejan que las fuerzas dominantes de Rusia
coloquen a un representante de las corporaciones rusas.
3ª. Si la guerra entre
bloques se detiene por un acuerdo globalizador, a muy poco tiempo y aunque se
repartan el mundo como se lo repartan, tarde o temprano tendrá que renacer y
aumentar la competencia mundial entre uno y otro bloques en necesaria lucha por
los mercados y los recursos naturales, lucha que por lo demás ya está
ocurriendo.
4ª. Con la alianza de los
bloques de complejos y corporaciones seguirá desenfrenadamente la destrucción
de la tierra y de sus recursos subterráneos y de la superficie terrestre:
marinos, forestales, agrícolas, acuáticos, y de la capa atmosférica que
envuelve a la Tierra. Indefectiblemente se probará que la maximización de
utilidades y riquezas destruirá la biosfera, es decir, todo lo que hay de vida
en la Tierra. Afirmación que nada tiene de catastrofista y que está
científicamente comprobada por cientos de científicos del más alto nivel.
5ª. Dado el clima creciente
de tensiones y ambiciones dominantes, patológicas y venales, con fomento
organizado, subsidiado y entrenado de odios colectivos y de innumerables
crueldades, la destrucción mutua asegurada que hace años fue doctrina militar
oficial es más vigente que nunca. Corresponde a una tesis plenamente válida con
el tipo de armamento actual y con los numerosos países que disponen del mismo,
que no sólo son muchos, sino están inmersos en la cultura del odio…
6ª. Necesario y
perfectamente posible es comprobar que las ciencias de los sistemas
autorregulados y complejos que se manejan para entender y activar al sistema
capitalista tienen una gran fiabilidad y exactitud en el estudio e impulso de
numerosos problemas, pero que son totalmente incapaces de entender los problemas
científicos prohibidos por quienes los contratan y mandan, y si los entienden,
los grandes estadistas y exitosos banqueros y gerentes de los complejos
militares-empresariales, los “decision
Makers”, es decir, quienes toman las decisiones dominantes y soberanas, son
totalmente incapaces de aplicarlos.
7ª. Como no solamente vemos
que existen claros indicios de la crisis del capitalismo y también de la crisis
de la vida humana, y que muchos de ellos o están prohibidos, o son perseguidos,
o son desatendidos, o no pueden ser atendidos, consideramos necesario que para
enfrentar con la mayor seriedad y libertad científica la defensa de la vida
humana y de la vida en la Tierra deben analizar el perfil de una guerra como la
actual que se da en varios campos, al mismo tiempo o sucesivamente.
Mirando la historia
reciente de las guerras que por todo el mundo y en todos los terrenos y niveles
se dan, advertimos no sólo cómo han sido, sino cómo serán las luchas y guerras
futuras, formales e informales, con fuerzas armadas de línea y muchas otras
subrogadas.
Todas o casi todas las
guerras han ocurrido y van a ocurrir entre represiones, corrupciones y
negociaciones, y como lo más probable es que así sigan ocurriendo es muy
importante tener conciencia de que tras las dos realidades confrontadas se
encuentran dos teorías. Realidades y teorías tienen un carácter histórico y
variaciones en la geografía y en la organización de las partes considerables,
pero entre variaciones hay fenómenos que muestran repetirse una y otra vez.
Las dos teorías en guerra
son entre: UNA: La que corresponde a la teoría crítica y al marxismo clásico
que destacan la lucha de clases, es decir, la lucha entre los explotadores y
los explotados, entre los opresores y los oprimidos… que es la lucha por la
libertad, por la justicia, por la democracia, por la autonomía y por la vida.
FRENTE A ELLA SE ENCUENTRA: La lucha global neoliberal y neoconservadora, cuyo
atractor principal es la maximización de utilidades, poder y riquezas y que
para lograr sus metas emplea múltiples recursos, entre los que destacan los que
rompen el interés general y de la clase que busca liberarse. Fomentando en sus
miembros el individualismo con el yo frente al nosotros, con el nosotros frente
a los muchos, excluyendo a los que sufren la explotación y la opresión como
trabajadores informales, como pueblos y países despojados de sus tierras
cultivables, de sus energéticos, de la producción de sus alimentos, del agua de
sus manantiales, sus ríos y sus lagos…
Tal es la guerra que se ha
dado y que se va a dar entre represiones, entre corrupciones y entre
negociaciones. Y en las tres formas de guerra, de igual importancia será
mantener y fortalecer la moral personal y la moral colectiva, la moral de lucha
y la moral de cooperación y de compartición, la moral de servicio público en la
defensa, y en la producción, y la moral en el respeto a las personas y sus
diferencias…
Oventic, 6 de mayo de 2015