El 2 de junio falleció Helios Sarthou, catedrático de derecho del trabajo de la Facultad de Derecho de la Universidad de la República, autor de diversos artículos de su especialidad, y fundamentalmente, un hombre comprometido con la justicia social y la autonomía de las organizaciones.
Sathou fue un auténtico “intelectual comprometido”, con un genuino discurso social que hacía valer sin varianza en el aula, en los estrados judiciales y en la calle, junto a los trabajadores, todo comportando una visión del derecho del trabajo a la que gustaba de calificar como “antropocéntrica”.
Representaba la expresión más pura del autonomismo de la disciplina del derecho del trabajo y de la autonomía como exigencia de la praxis sindical, siempre sospechando de cualquier tipo de cooptación por el poder político o económico.
Los queridos profesores Rodolfo Capón Filas y Héctor-Hugo Barbagelata fueron de sus amigos mas cercanos, y me tocó disfrutar de alguna reunión de camaradería entre ellos, en oportunidad que Capón se acercara a Montevldeo para participar en la presentación del libro de Sarthou que recoge lo esencial de sus contribuciones al derecho del trabajo y que editara la Fundación de Cultura Universitaria.
Fue fundador del Frente Amplio y fiel a su inconformismo y veta crítica, se alejó a poco de iniciado el gobierno en el año 2006, quedando una vez más a “la interperie” como parece ser el destino de los libertarios como lo fue.
Amable y respetuoso en el trato, cultivaba la amistad y cierta complicidad con quienes nos tenía como “compañeros”; en sus trabajos publicados en la revista Derecho Laboral se mostraba como muy creativo y siempre jugado, atento al contexto y a la realidad de la comarca.
Tuve la oportunidad de invitarle a mi casa de balneario en algún enero, donde se trasladaba con Ethel, su querida esposa, desde La Floresta; allí pudimos compartir con otros entrañables amigos y profesores de derecho del Trabajo como Oscar Ermida, Guillermo Gianibelli y Moisés Meik alguna cena en que ponía de manifiesto su sagacidad y amenidad . En una de esas oportunidades, recuerdo, habló largamente de “El imaginario social” de Castoriadis, uno de sus autores preferidos (parece obvio explicar la razón de tal proximidad y afinidad intelectual).
Transcribo el texto de la canción “Menos mal que existen” de Silvio Rodríguez, que parece escrita a su medida.
Menos mal que existen
los que no tienen nada que perder
ni siquiera la muerte.
Menos mal que existen
los que no piden que palabra echar
ni siquiera la ultima.
Se arriman a la noche y al día
y sudan si hay calor y si hay frío se mudan
no esperan echar sombra o raíces
pues viven disparando contra cicatrices.
Escucha, se proyectan y lloran
debajo de sus huellas con tanto trabajo
se mueren sin decir de que muerte
sabiendo que en la gloria también se esta muerto.
Menos mal que existen
Menos mal que existen
Menos mal que existen
para hacernos...
Menos mal que existen
los que no tienen nada que perder
ni siquiera la historia
menos mal que existen
los que no dejan de buscarse a si
ni siquiera en la muerte
de buscarse a si.