La 106° reunión de la Conferencia Internacional del Trabajo contó con la
intervención inaugural del Presidente de la República Oriental del Uruguay, Dr.
Tabaré Vázquez, quien desató aplausos cuando expresó que “rechazamos
abiertamente que gobernantes de países importantes le den un portazo a los convenios
que tenemos para proteger el clima y la única vivienda que hoy tiene la
humanidad para sobrevivir”.
En otro punto alto de su discurso, valoró
el derecho de huelga, otro tema polémico en la OIT a partir de la postura
asumida por el Grupo de los Empleadores en la Conferencia de 2012 cuando
pusieron de manifiesto que en su opinión la huelga no tenía reconocimiento
internacional en el Convenio N°87 pese a los pronunciamientos de los órganos de
control – Comité de Libertad Sindical y Comisión de Expertos en la Aplicación
de Convenios y Recomendaciones – y pese, sobre todo, al sentido común.
Muy buenos días para todas y todos ustedes.
Señor director general para la Organización
Internacional del Trabajo, señor Guy Ryder, señor presidente de la 106 Conferencia
Internacional del Trabajo, señor Luis Ernesto Carles, representantes de
empleadores y trabajadores de todo el mundo, delegados sociales aquí presentes,
queridas amigas y queridos amigos, gracias por invitarme, y lo digo en nombre
del pueblo uruguayo, gracias por invitarme a participar en la sesión inaugural
de esta conferencia, el foro más amplio y representativo del trabajo con que
hoy cuenta la humanidad.
Invitación que me honra personalmente y que más importante aún honra a la
República Oriental del Uruguay en cuyo nombre los saludo muy fraternalmente.
Pero como para los uruguayos el honor no es un adorno, ni un punto de
llegada, sino un estímulo y un compromiso para seguir adelante, traigo y deseo
compartir con ustedes el compromiso de nuestro país con los valores, con los
principios y objetivos que identifican a la Organización Internacional del
Trabajo. Por cierto que para mi país no es un compromiso nuevo, si se tiene en
cuenta que Uruguay es miembro de esta organización desde el año 1919, y a la
fecha ha ratificado, como lo decía el señor director, y además cumple con más
de un centenar de convenios internacionales, entre ellos los ocho
fundamentales. Lo que nos permite ubicarnos en los primeros lugares del mundo y
en América en ratificación y vigencia de convenios de la OIT. Testimonio de
ello es el funcionamiento desde hace más de medio siglo de una sede de OIT en
uruguay, Cinterfor, para la formación profesional en nuestra querida América
Latina. Deseamos agradedcer toda la cooperación que la OIT siempre nos ha
brindado, por ejemplo y recientemente en diciembre de 2015 con su presencia en
Montevideo, estimado director general, para el Primer Programa Tripartito de
Trabajo Decente, hoy en plena ejecución. De la misma manera nuestro país presenta
otros rasgos que lo convierten, no en modelo, yo personalmente desconfío de los
rígidos modelos, pero sí lo convierte en referente mundial en materia de
tripartismo y diálogo social para el desarrollo sostenible como proyecto
estratégico de país. Como expresé hace un instante, no es un compromiso nuevo,
ya en junio de 2007 en el lanzamiento del Diálogo Social en Seguridad Social,
promovimos la construcción de un Sistema Nacional de Protección Social
interrelacionado, coordinador de las políticas públicas. Pero es un compromiso
renovado, por cuanto podemos y debemos avanzar más como país y como parte
integrante de esta organización.
En el mundo actual, pensamos modestamente, quien pretenda resolver sus
desafíos con respuestas del pasado se condena al fracaso. Quien se detenga,
retrocede, y quien aspire a salvarse en soledad está irremediablemente perdido,
porque el futuro, amigas y amigos, no se espera, se construye, y se construye
sabiendo que nunca será inmutable ni perfecto, pero que siempre puede ser mejor
y perfectible, y se construye entre todos dialogando, apostando a la paz como
forma de convivencia.
Sin renunciar a la identidad de cada uno, debemos marchar juntos sin que
nadie quede atrás, con audacia y responsabilidad, que por cierto no son incompatibles,
hacia objetivos ambiciosos y alcanzables, sabemos que lo que acabamos de decir
no es una tarea fácil, lo sabemos por experiencia personal, pero tampoco es
imposible.
Señoras y señores, la Conferencia Internacional del Trabajo que estamos
inaugurando abordará un orden del día extenso, variado y complejo, que nos
permitirá sin dudas construir un futuro mejor. Entre los temas a tratar
hablaremos sobre la migración laboral, según la OIT en 2013 había 150 millones
de trabajadores migrantes, es decir, el 4.4 % de la fuerza de trabajo mundial.
El 71 % de ellos están empleados en servicios y casi el 8 % son trabajadoras
domésticas. Las mujeres representan el 44 % del total de los trabajadores
migrantes. Podría continuar enumerando datos estadísticos, pero prefiero
remarcar algunos conceptos contenidos en el informe de OIT que creemos que son
fundamentales para el tratamiento de esta temática.
Primero, debemos discernir cuidadosamente entre la migración laboral y los
movimientos de refugiados, desplazados por la fuerza, inmigrantes irregulares
en distintas partes del mundo, son fenómenos vinculados, como ustedes bien los
saben, pero no son lo mismo. Opinamos que conviene tenerlo en cuenta y más en
este tiempo de amenazas, por ello también debemos involucrarnos en la lucha por
la paz, por el desarme, incluido el desarme nuclear, amenaza que tenemos ante
nuestros ojos lamentablemente en estos momentos.
Segundo, la migración laboral es un fenómeno cada vez más dinámico y
complejo que tiene lugar en todas las regiones del mundo y entre ellas.
Tercero, los avances tecnológicos, las nuevas formas de empleo, y las
nuevas modalidades de relaciones de trabajo plantean nuevos retos para la
regulación de las migraciones laborales.
Por esa razón apoyamos la iniciativa de OIT sobre el Futuro del Trabajo, y
también el encare de las nuevas realidades de las cadenas de valor, así como
los acuerdos comerciales con cláusulas laborales y sociales que debemos atender
para el desarrollo con justicia social. Si no hay justicia social no hay
desarrollo concebible.
Cuarto, apuntemos así a una migración laboral segura, ordenada y armonizada
con las normas internacionales del trabajo al igual que con las políticas
nacionales porque, reitero, crecimiento sin desarrollo no es crecimiento ni es
desarrollo, es acumulación por parte de unos pocos en detrimento de muchos
otros ciudadanos del mundo.
Quinto, acordamos también sobre medidas y acciones que garanticen la
protección de los trabajadores migrantes y nacionales, especialmente a los más
vulnerables, en Uruguay tenemos desde nuestro primer gobierno en 2008 la Ley
18.250 que establece la igualdad de derechos y oportunidades para trabajadores
migrantes y una importante cantidad de convenios bilaterales y multilaterales
de seguridad social con otros países. De la misma manera, son acciones
necesarias que promuevan empresas sostenibles y sustentables e inversión
productiva y desarrollo de la productividad. En el corto tiempo la
productividad es importante para los países, pero en el largo plazo la
productividad es todo. En esto avanzamos, pero aún resta mucho por hacer en mí
país, y todo ellos debemos hacerlo con participación social y de las
instituciones involucradas a nivel nacional e internacional y allí entonces es
fundamental la OIT.
Amigas y amigos, a los conceptos mencionados anteriormente quiero agregar
uno, que siendo válido para la temática referida creo que la trasciende
largamente: me refiero al diálogo y a la negociación colectiva en el sector
privado y en el sector público entre los gobiernos y las organizaciones
sindicales y de los empleadores como un instrumento fundamental para construir
un mundo del trabajo que sirva a todos. Ahí radica la clave del contrato social
y de la democracia indispensables para el progreso. En el mundo actual, aunque
a veces parezca lo contrario, lo cierto es que sin diálogo no hay acuerdos y
sin acuerdos no hay progresos ni desarrollo genuinos y sostenibles. La
fortaleza del diálogo y la negociación no radica en gritar, no radica en
amenazar, golpear mesas o dar portazos, sino en reconocer a los demás como
semejantes, en escucharlos, en no temer que tengan razón, en tener capacidad
para proponer, para negociar y también para acordar. Diálogo y negociación en
grandes temas, pero también a nivel de empresas de rama de actividad; en el
salario, pero también en la salud laboral, en las condiciones de trabajo, sin
dejar atrás a los trabajadores rurales y a las trabajadoras domésticas o del
hogar tan históricamente olvidados. También participación social ejecutiva en
la administración de la seguridad social, la formación profesional y otras
políticas públicas, que a veces cuesta, si lo sabremos que cuesta, pero vale,
el esfuerzo siempre vale y nos hace mejores como individuos y también como
sociedad.
Amigos y amigas, se dice que los uruguayos mantenemos a raya nuestra
autoestima; en efecto, ni nos creemos un país perfecto ni pretendemos serlo, ni
pretendemos ser un modelo a seguir. Sin perjuicio de ello, permítanme decirles
que por diversos factores Uruguay tiene una vasta experiencia en materia de
diálogo social. No es lineal ni uniforme, ha tenido sus recodos y momentos
oscuros y aún hoy presenta controversias de las cuales alguna está planteada
aquí mismo, hoy, en esta misma organización, pero en su historia, en la
historia de nuestro país, y especialmente desde 2005, cuando se reestableció la
negociación tripartita que hoy se profundiza, el resultado, desde nuestro
modesto punto de vista, es francamente positivo. Lo es en muchos aspectos, y
entre ellos, primero, ha mejorado el salario real de los trabajadores, y ello
se ha logrado con negociación colectiva tripartita, por ejemplo, en el segundo
semestre de 2016, con 95 % de acuerdo entre empresarios y trabajadores, ello
también permite, junto a otras medidas, la mejora histórica de las jubilaciones
y pensiones en nuestro país.
Segundo, ha mejorado la calidad del empleo y la formalización del mismo,
especialmente entre las mujeres. Ha crecido un 60 % la afiliación a la
seguridad social, en estos últimos años.
Tercero, encaramos también tripartitamente la formación y capacitación de
los trabajadores y empresarios indispensable para el desarrollo.
Cuarto, el 75 % de los convenios colectivos incluyen cláusulas de género,
las mismas se han sextuplicado en estos doce años disminuyendo brechas, pero
aún queda, en mi país, mucho por hacer en esta tarea.
Quinto, se ha ampliado la cobertura de seguridad social y de salud, así
como las prestaciones de las mismas. Estamos creando y ya está en marcha un
Sistema Nacional de Cuidados y encarando nuevos derechos para diversos
colectivos y sectores de la sociedad. Ese Sistema Nacional de Cuidados busca
igualdad de géneros en la participación de los cuidados, que hasta hoy recaían
fundamental y lamentablemente exclusivamente en las mujeres, para contemplar a
tres poblaciones: la primera infancia, un tesoro inexcusable para ser defendido
por todos nosotros porque es el futuro de nuestros países. En segundo lugar,
las personas con discapacidad, y en tercer lugar, las personas de edad avanzada.
Y esos cuidados, que deben ser profesionales, que hay que capacitar a los
trabajadores que lo hagan, los deben cumplir en igualdad de condiciones,
hombres y mujeres. Estamos desarrollando un programa de salud bucal, visual y
auditivo para los niños de todas nuestras escuelas públicas, particularmente
hijos de trabajadores.
Sexto, según datos de CEPAL, el índice de pobreza en el Uruguay se redujo
de 19.7 % en el año 2005 a 4.4 % en 2014.
Séptimo, la economía del país ha crecido entre 2005 y 2015 a una tasa
promedio de 5 % anual, y en el último año, 2016, un 1.6 %. Eso nos alienta en
el comparativo regional y subregional.
Octavo, y ha crecido con el crecimiento económico también la justicia
social con inclusión. Las comparaciones pueden ser polémicas y a veces hasta
odiosas, pero nos estimulan a seguir mejorando en equidad, en Índice de Gini,
en ingreso per cápita, pero también en negociación colectiva, en promoción de
gremios empresariales y de trabajadores en democracia, en menor corrupción, en
estado de derecho, en libertad de prensa y sobre todo en convivencia pacífica,
en estabilidad institucional, en estabilidad social, en estabilidad laboral.
Asimismo, en inclusión digital y tecnológica se ha logrado brindarles
gratuitamente una computadora a cada niño y niña de las escuelas públicas de
todo el país y a los docentes, y ahora vamos por el mismo objetivo para cada
uno de nuestros jubilados, en este proceso promovemos y defendemos, como lo
establece nuestra constitución, el derecho de huelga sustantivo de la
democracia, estamos embarcados en profundizar la cultura del trabajo, la
dignidad del trabajo como esencia del ser humano, su ética, la calidad del
mismo, su formación contínua, etc.
En fin, creo que hemos mejorado el contexto también para la inversión
extranjera y los emprendimientos productivos. Nos preocupamos y ocupamos del
cambio climático y rechazamos abiertamente que gobernantes de países
importantes le den un portazo a los convenios que tenemos para proteger el
clima y la única vivienda que hoy tiene la humanidad para sobrevivir. Por ello,
hoy en el Uruguay la mayoría de nuestra energía es de fuente renovable, lo que
nos permite posicionarnos como un buen país para invertir, para trabajar y para
vivir. Y esto no es un logro de un gobierno, no es un logro de nuestro
gobierno, es el logro de toda la sociedad uruguaya y, reiteramos, claro que aún
queda mucho por hacer y mejorar, y esta tarea sin duda estamos abocados cada
quien desde su respectiva identidad. El gobierno a veces está de acuerdo con
los trabajadores y a veces está de acuerdo con los empresarios. Simplemente
intentamos proteger el interés general, intentamos hacerlo con la mayor
justicia posible, con transparencia y con honestidad, pero consciente de que
los países se construyen entre todos y paso a paso, construcción colectiva, sin
verdades reveladas ni destinos manifiestos.
En ese contexto, venimos desplegando un diálogo social que busca ser un
instrumento y un proceso en el que participan diversas organizaciones
representativas de la sociedad y del trabajo, mediante los cuales aspiramos a
generar insumos en determinadas áreas relevantes para una estrategia de
desarrollo del país a largo plazo y además en concordancia con los objetivos
del desarrollo sostenible. Es importante, creemos nosotros, hacerlo, pues la
realidad indica que lo que mantiene unida y viva a una nación no es solamente
su pasado y sus tradiciones, no es solamente su territorio, no son solamente
los signos patrios, que claro que los son, la bandera, el escudo, sus
instituciones... pero fundamentalmente es la gente que está sobre ese
territorio y también, fundamentalmente, la confianza que tenemos que tener
trabajando juntos en un mejor futuro compartido para todos.
Sr. director general, Sr. Presidente, señoras y señores delegados, sin esa
confianza en un futuro mejor y compartido, ni la OIT sería lo que es, ni
nosotros estaríamos aquí. Es esa confianza la que nos convoca a todos a seguir
adelante. Hoy, modestamente mi país reafirma los postulados fundacionales de
esta organización y adhiere a las siete iniciativas temáticas planteadas por la
OIT y ya en ejecución hacia su centenario. Hoy, Uruguay renueva su compromiso
de trabajo como estado parte de esta organización internacional. Compromiso en
todos sus órganos, incluido el Consejo de Administración que se elegirá en esta
conferencia, tanto si ustedes nos confían la responsabilidad de integrarlo como
titular durante el próximo período como si resulta otra la opción elegida.
Uruguay siempre estará para cumplir sus compromisos, sus objetivos de
desarrollo, con justicia social, con democracia, con redistribución de la
riqueza y sobre todo con paz, con convivencia pacífica, con diálogo, con
tolerancia, con respeto, para que avancemos todos sin que nadie quede atrás.
Muchas gracias".