En fines de abril la Comisión de Género y Equidad de la Junta
Departamental de Montevideo distinguió a María Josefina Plá con el premio
Montevideanas, que le fue entregado en
emotivo acto en la sala Zitarrosa.
María Josefina integró, obviamente, el “Grupo de los
Miércoles” que su padre, el Profesor Américo Plá Rodríguez fundó a mediados de
los años setenta del siglo pasado, en medio de la noche de la dictadura “cívico
– militar”. Pero su compromiso social y político tiene horizontes mucho más
amplios que el laboralismo: fue integrante del Servicio Paz y Justicia y del Movimiento Vivienda Decorosa, ha sido asesora
jurídica de la obra del Padre Cacho, y asesora sindical del gremio bancario. En
1982 formó parte de la Comisión por el “Voto en Blanco”, cuando los militares
impulsaron una elección interna entre los partidos tradicionales dejando
proscripta a las fuerzas de izquierda.
Desde muy joven se asentó en un barrio popular de Montevideo,
Flor de Maroñas, desde donde desplegó su actividad profesional a favor de los
sectores más vulnerables. En 2007 adoptó a 3 hermanos huérfanos. María Josefina
es entrañable. Su sola presencia trasmite
esperanza, alegría y serenidad. Su palabra va a lo esencial.
Comparto su discurso, una muestra emblemática de su ser.
Señora Intendenta
de Montevideo, Profesora Ana Olivera
Señores
Miembros de la
Junta Departamental de Montevideo
Señoras y
Señores, amigas y amigos:
Quiero esta
noche empezar por saludar y agradecer la presencia de todos ustedes
Me gusta
mucho detenerme en los graffitti de la ciudad, y sentirme expresada en la
sabiduría de quien los pintó. Hoy recuerdo el que un día descubrí transitando
una callecita montevideana “No hay
lenguaje que pueda expresar el alma”. Algo de eso siento aquí frente al
honor conferido. Por eso me vienen a la vez ganas de decir muchas cosas y a la
vez de permanecer en silencio
Pese a ello
he venido a agradecer, a hacer memoria, y a comprometerme.
1. AGRADECER. Para agradecer,
le pediría prestadas las palabras a Violeta Parra “Gracias a la vida que me ha dado tanto” o podría con María cantar el Magnificat.
Gracias a
la familia en que nací, que me regaló tantas oportunidades, tantos alientos,
tantos ejemplos, tanta libertad, tanta tolerancia y respeto ante opciones o
situaciones que podían no compartir.
Gracias al
lugar -Uruguay y concretamente Montevideo- y al tiempo en que he vivido –siglos
XX y XXI- y a todas las circunstancias, a todos los trayectos e itinerarios
donde puede parecer que hubo pocas mudanzas o cambios, y sin embargo hubo mucha
novedad, sorpresa, y asombro renovado cada día
Gracias a
la fe, pero no una fe "recibida y conservada" sino siempre recreada y
recibida como nueva "revelación", en la historia concreta.
Gracias a
todas las circunstancias difíciles por las que debí transitar, personal y
colectivamente, porque se convirtieron en aprendizajes de que “la vida siempre puede más”, como decía
Victoria Diez camino al fusilamiento; o que “la vida solo cuesta vida”,
como dicen otros graffitti.
Como esta
“trayectoria recorrida”, yo no la he transitado sola, siento que el premio le
pertenece a muchos, y así lo recibo en nombre de todos aquellos y aquellas que
caminaron conmigo, en cada trecho del camino y me ayudaron a ser la mujer que
soy. A todas y todos muchas gracias.
También
agradezco el don de vivir con pasión todas las cosas que hice a lo largo de mi
vida, pero muy especialmente la capacidad de disfrute de las cosas más pequeñas
y aparentemente insignificantes.
2. MEMORIA. Desearía en segundo
lugar hacer memoria de algunos mojones de la trayectoria, algunas
vivencias fuertes, descubriendo una vez más como se van anudando.
Me resulta
grato hacer así un homenaje a Eduardo Galeano, a quien despedimos la semana
pasada pero que lo sentimos vivo, quien nos decía “recordar es volver a pasar por el corazón”
Entre los
indígenas se cree que la memoria es una de las siete guías para andar sus
pasos; ella apunta siempre al mañana… ayuda a no repetir pesadillas y a que las
alegrías sean siempre nuevas…
Desde que
supe de esta distinción, vengo haciendo esta memoria fecunda, incluso escribí
muchos mojones, pero al final decidí guardarlos en mi corazón, y sé que también
están atesorados en el corazón de los presentes, todos aquí tienen trazos de mi
vida entrelazadas con las suyas. Doy por bien vivido todo lo vivido, y esta
memoria agradecida es fuente de fortaleza para mi presente, así como para
alimentar el futuro.
Una
constante en mi modo de ir haciendo camino ha sido, ahora lo releo, es dejarme
llamar, convocar, por la vida misma. Esa constituye una de mis marcas mayores
en la forma de buscar el camino; mis búsquedas no se caracterizan por mi
iniciativa sino por “dejarme encontrar”. Más que ponerme plazos, metas,
objetivos, yo me siento vibrar, asombrar ante alguna señal, que luego voy
siguiendo e hilvanando. Ya lo decía Víctor Frankl: “el sentido de vida no se
inventa, se encuentra”, y dice más, “a veces no esperamos nada de la vida, pero
la vida sí espera algo de nosotros”. Vivir con sentido eso que la vida nos
ofrece, como regalo o como desafío, en general ambas cosas a la vez, allí está
el secreto.
Me eduqué
en el colegio de las Hermanas del Sagrado Corazón. Allí hice Preparatorios de
Derecho. Me recibí de abogada cuando el país se sumía en la dictadura.
Y en medio de la noche de la dictadura, la
llegada en 1975 a
la parroquia Santa Gema en Maroñas, marca uno de los momentos significativos de
mi vida, con el descubrimiento de una Iglesia que buscaba servir al mundo, que
se reunía y celebraba en las casas de los vecinos. Allí fue el aprendizaje de la
fraternidad y de la solidaridad cada día. En agosto celebraremos los 40 años de
aquel día que marcó tan a fondo mi vida y que me llevó a vivir en Flor de
Maroñas desde 1977.
Y así la
profesión se fue perfilando a una nueva realidad personal. Fue el tiempo de
abrir consultorios barriales en Santa Gema; de tener proyectos con
instituciones del barrio; fue la creación de MOVIDE, nucleando en 1982 a barrios que sufrían
la amenaza de desalojos que se pretendían hacer en forma colectiva y de un
plumazo; de atender durante 10 años en la Obra Padre Cacho en la zona de Casavalle… Y todo
alternado con mi trabajo en AEBU o en derecho laboral.
Quiero recordar especialmente dos proyectos
con mujeres: “Recuperando nuestra
identidad”, un proyecto de cédulas de identidad en el barrio para que no
hubiera niños sin ir a la escuela por no tener cédula o ni siquiera estar
inscriptos, y el proyecto de viviendas de la “Cooperativa de mujeres jefas de hogar”, de la calle Perez
Castellanos.
Con emoción
recuerdo la actuación política y la lucha por los derechos humanos, como una
expresión del compromiso del cristiano en la construcción de una sociedad más
justa, y más humana: el NO del 80, la creación del SERPAJ en el 81, integrar la
comisión por el voto en blanco en 1982, el ayuno de Perico -y otros- en 1983,
y el apoyo ante la disolución del
SERPAJ, el ayuno por Wassen en el 84, la amnistía en el 85, la lucha contra la
ley de caducidad… entre otros tantos recuerdos.
Se habló
también al proponerme la distinción de los viajes donde fui testigo de
realidades muy especiales: Nicaragua en 1985 donde viví los ecos del 6to aniversario de la Revolución en una
semana de solidaridad; Sudáfrica y
Haití, como observadora de las elecciones. Sin duda unas de las experiencias
más lindas de la vida, ¿cómo no recordar aquella noche en que acababa el
apartheid y se izaba una nueva bandera de Sudádrica y se elegía a Mandela como
Presidente?!
Pasó el
tiempo laboral, llegó la jubilación, pero la vida siguió ofreciendo sus
desafíos y esperando una respuesta. Fue tiempo también de acompañar a mis
padres. Y es ahí que irrumpe la historia de los tres niños que desde 2008
forman mi actual familia: Ana, Virginia y Ricardo. No voy a contar la historia
de cómo mi camino se cruzó con el de ellos. Mucho dolor y también mucho
asombro… Vinieron otros lugares a transitar, el Pereira Rossell, la Teletón, escuelas y
centros de apoyo. El barrio que yo creía conocer con 30 años de transitar
cotidiano se llenó de otros nudos y lazos que disfruto…
Llegaron
manos solidarias a abrazar… llegó la sonrisa, la risa y el aplauso de Anita,
para asombrarnos y contemplar el milagro cotidiano…
Hoy miramos
la ciudad buscando y aplaudiendo cada esfuerzo de mayor accesibilidad…
3. COMPROMISO. La última palabra
era la de compromiso, porque como decía el Obispo Angelelli, mártir de
Argentina, “Hay que seguir andando nomás”. La trayectoria no se termina,
Dios me ha dado la gracia de reconocer la vida allí donde nadie la busca ni la
espera. “Hay que vivirlo”, dijera con
sonrisa mi vecino Artemio.
Otro mundo
es posible. Nuestra contribución es un granito de arena en el inmenso universo
y sin embargo si no lo ponemos faltará. Un escritor, O´Murchu, hablando de una
categoría cristiana como “el Reino de Dios”, resalta la importancia de “nombrar y celebrar las relaciones vivificantes”. Eso he intentado hacer a
lo largo del trayecto vivido y espero seguir haciéndolo. O´Murchu sostiene que
la transformación del mundo aparece más viable si se empieza en las márgenes o
en la periferia (expresión tan cara al papa Francisco) y que hay que buscar la
poesía más que la política. Podríamos concluir nosotros, nunca una sin la otra.
Y quiero
terminar con la frase de Gandhi “Casi
todo lo que realice será insignificante, pero es muy importante que lo haga”
Muchas
gracias.
María
Josefina Plá.
20 de
abril, 2015